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EDITORIAL

Un peso barato y subsidios no son la solución

martes, 27 de noviembre de 2012
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Los cafeteros han construido acueductos, escuelas y carreteras, pero también han recibido mucha ayuda del Estado

Los cafeteros han construido acueductos, escuelas y carreteras, pero también han recibido mucha ayuda del Estado

Los cafeteros colombianos deben entender que vivimos la segunda década del siglo XXI y que el mundo cambió, que nunca volverá a ser igual que antaño. No pueden seguir peleando en contra de la revaluación del peso como si fuera una talanquera impuesta por el Gobierno Nacional, ni mucho menos continuar pidiendo subsidios a dos manos como los únicos perjudicados por las inclemencias del clima, pues unas veces lo hacen porque llueve mucho y otras por que el Fenómeno del Niño los perjudica. Ningún sector económico como el suyo ha recibido tanta ayuda de las diferentes administraciones nacionales a través de la historia de Colombia. También es cierto que los cafeteros han sido la espina dorsal del campo y que a ellos se debe que el país tenga una red exportadora importante y competente. Y no en vano, casi medio millón de familias generan sus ingresos del café.

El mismo presidente, Juan Manuel Santos, su ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, y el de Hacienda, Mauricio Cárdenas, fueron entre otros cientos de colombianos privilegiados de haberse formado profesionalmente con auspicios de los cafeteros. Pero esa época de formar burocracia y moverse plácidamente en un periodo de vacas gordas pasó, la Colombia de hoy es más diversa, incluso el Eje Cafetero ya no es el epicentro de la producción que se ha desplazado al llamado ‘macizo cafetero’ ubicado en los departamentos del suroccidente, en donde el grano ha encontrado mano de obra barata que les ha permitido crecer no solo en producción sino en calidad del grano. Allí hay campesinos dispuestos a trabajar el café y dedicar su vida a ello.

Estamos de acuerdo en que todo tiempo pasado fue mejor, pero no podemos seguir mirando los años viejos en los que la producción llegaba a los 16 millones de sacos (1992), la participación en las exportaciones superaba el 50% (1990) y el área cultivada en todo el territorio era superior al millón de hectáreas (1982). La actividad económica cafetera tiene mucho futuro porque todo el café que se produce se vende en un mercado local creciente y una marca reconocida en el mundo. Pero vivimos otros días con nuevas realidades en donde hay que volver a la cultura cafetera con mística, ha producir con calidad, no ha vivir del cuento. El nuevo ‘macizo cafetero’ está enseñando que en la producción de cafés especiales hay un camino alternativo y que la dicotomía ‘cafeteros campesinos’ versus ‘cafeteros empresariales’ hay que hacerla convivir.

Por último se dice que hay dos millones de sacos guardados esperando mejores precios internacionales y más subsidios: ¡eso es malo! Debe haber mayor sinceridad y las autoridades deben conocer la verdadera producción que ojalá este año vuelva por los nueve millones de sacos.

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