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Primero fueron los tigres asiáticos, luego los Brics, más tarde los civets, y seguro vendrán más siglas de países, pero realmente cuáles tienen el poder de transformar el mundo
Armar grupos o bloques de países, más allá de lo geográfico, sus intereses comerciales, ideológicos, religiosos o militares, es uno de los ejercicios más clásicos de los intelectuales, la academia y los medios de comunicación. Se arman esos bloques desde siglos, pero son más prolíficos desde hace unas cuantas décadas cuando la globalización tocó a la puerta del desarrollo económico.
La misma ONU es producto de ello, la otrora la Liga de las Naciones; cuando llegaron los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, en medio de la Guerra Fría nació otra diversidad con aires de seguridad, como fue el caso de la Otan o los desaparecidos países de la Cortina de Hierro; con el advenimiento de la globalización y el comercio, las fábricas del mundo se centralizaron en Asia y se recreó un grupo meramente nominativo, los Tigres Asiáticos, que dicho sea de paso fueron los últimos países que saltaron al listado del primer mundo o países desarrollados, gracias a su foco industrial y visión global: Singapur, Corea del Sur, Malasia, Taiwán.
Cuando China despertó para el comercio mundial durante la primera década del siglo XXI (2009), Brasil empezó a hablar con fuerza entre las naciones emergentes, India hizo pesar su cultura, red empresarial y gran población, al tiempo que Rusia se vistió de occidentalización capitalista basada en su riqueza mineral y petrolera, y conformaron los Bric, que más tarde incluyeron a Sudáfrica por el liderazgo en un continente sin peso comercial ni relevancia económica.
Una asociación económica, comercial y política que estaba llamada a ser el bloque más poderoso del mundo, pues representan 26% del PIB mundial; 17% de las exportaciones; 15% de las importaciones; 42% de la población y representan 30% de la superficie total del planeta.
Luego de inventarse los Brics, los mismos creadores vieron los Civets, otro grupo de seis países emergentes atractivos para la inversión debido a su potencial de desarrollo: Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto, Turquía y Sudáfrica, figuraban allí, pero nunca llegaron a formarse como grupo de interés ni de presión alguna, solo ocuparon espacios noticiosos, ni siquiera se reunieron en ningún espacio global, generaron ruido en su momento por las posibilidades que les brindaban a los inversionistas, pero no hubo nada nuevo allí.
Ahora se ha vuelto a hablar de los Brics, sin importar que Rusia haya invadido a Ucrania, ni que China siga amenazando a Taiwán, incluso, esas economías emergentes han invitado otros seis países: Argentina, Egipto, Irán, Etiopía, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, para convertirse en un bloque ya muy grande a partir del 1 de enero de 2024.
Lo distinto, pero que no ha funcionado, es que uno de los objetivos del bloque es lograr acuerdos bilaterales de comercio entre los países miembros y el financiamiento de proyectos productivos a través de un banco de desarrollo.
Eso está sobre el papel, pero puede llegar en unos años a verse materializado por el imaginario de contrapoder hacia Europa y Estados Unidos, es algo parecido a lo que se quiso hacer en su momento con los No Alienados, unos países casi parias que querían plantarle la cara a occidente, pero nunca tuvo relevancia global. Es casi seguro que Colombia sea invitado a los Brics y que este novísimo grupo cambie de nombre, por ahora solo son buenas intenciones con unos socios bastante complicados.
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