Reformas coherentes, lógicas y realistas

Es una mala costumbre colombiana hacer -en forma simultánea-  reformas políticas y económicas en distintos frentes que a la postre no resultan siempre las más adecuadas o en cuya implementación se detectan vacíos o dificultades, que luego requieren modificaciones que hacen perder credibilidad o generar expectativas que sorprenden a quien no conoce nuestro estilo. Desafortunadamente es una realidad con la que debemos sobrevivir y hoy no puede ser la excepción.

De acuerdo con el cronograma acordado, a mediados de marzo del año entrante deberá firmarse el acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc, lo cual desde el punto de vista protocolario es muy importante, pero es mucho más que eso por las implicaciones que tiene dadas las concesiones políticas, económicas y sociales que incluye y que puede ser más o menos difícil en función de ese acuerdo nacional. Solo este tema merecería la concentración total del esfuerzo de los distintos estamentos públicos y privados en el entendido que el inicio de un proceso de esta magnitud debe tener unas bases sólidas.

Sin embargo, dado que la urgencia hace parte de nuestro quehacer permanente, en el campo económico parece evidente la necesidad de hacer dos grandes reformas planteadas en distintos escenarios y que deberán entrar a consideración del Congreso en la primera parte del año próximo, ambas con carácter estructural: una en el campo tributario y otra en material de pensiones. En ambos se necesita un gran cuidado, mucho tino, responsabilidad y ante todo realismo, pues una cosa es el escenario ideal y otra muy distinta el posible en las condiciones actuales del país.

No es un secreto que la economía trae una senda de decaimiento por distintas razones entre las que se destaca la destorcida de los precios de las materias primas y un efecto contagio del vecindario. En el fondo, la desaceleración de la economía china tiene buena parte de responsabilidad en el asunto. En forma paralela, la aparición de factores que han estimulado la inflación, como la acelerada devaluación de la moneda y el fenómeno de El Niño introducen elementos que hacen tener mesura al formular los cambios a realizar.

Con las nuevas condiciones económicas, la proyección del déficit fiscal es de 3,6%, casi 1,5% de lo que indicaba la regla fiscal, lo cual puede generar nerviosismo en los mercados externos, pero resulta coherente y realista, pues es imposible hacer un ajuste tan grande, so pena de pegarle un golpe a la economía, ya de por si con la expectativa de un crecimiento muy inferior al proyectado inicialmente.

En el tema pensional, cuyas implicaciones tienen impacto más en el largo que en el corto plazo, la responsabilidad en su estudio debe ser fundamental, por lo que no parece juicioso formular recomendaciones a priori o teóricas, alejadas de la realidad, como la de proponer acabar de tajo con el sistema de prima media y suspender las afiliaciones desde 2017.