Redes sociales, vulnerables pero indispensables

La cuarta revolución industrial basada en el internet de las cosas está sustentada en las interrelaciones personales y comerciales a través de dispositivos inteligentes que se han establecido a partir del boom de internet y soportado en interfaces como los smartphones, los computadores personales y los cada vez más frecuentes aparatos caseros con conexiones wifi.

La hoja de ruta abierta por esta cuarta revolución industrial, que en cada país se vive de una manera muy distinta, a Colombia le ha traído ejemplos elocuentes: la decadencia de las sucursales bancarias, la muerte de los clasificados de periódicos, la desaparición casi total de los teléfonos fijos, la casi nula producción de enciclopedias impresas y el golpe de muerte a las salas de cine tradicionales; a lo que se puede sumar la diáspora de los negocios de domicilios y la avalancha de soluciones de pago desde cualquier aparato con conexión de internet.

El problema ocurrido ayer cuando las todopoderosas redes sociales más exitosas: Facebook, Instagram y WhatsApp dejaron de funcionar ocasionando un estado de desespero en una sociedad interconectada desnuda que estas nuevas herramientas o instrumentos son más importantes de lo que muchos piensan. Por cierto, son soluciones muy jóvenes que aún no llegan a su mayoría edad y que todo les puede suceder: Facebook (2004), Instagram (2010) y WhatsApp (2009); valga la pena también recordar que todas son propiedad de Mark Zuckerberg, quien aún no ha salido a explicar qué sucedió con sus empresas. Pero el insuceso obliga a muchas preguntas que gravitan sobre cuál es el verdadero futuro de estas empresas y su impacto en la sociedad.

Su gran secreto no es distinto que explotar la necesidad de las personas de comunicar, informarse y dar a conocer su estado actual de actividad social; necesidades otrora insatisfechas que ha llevado a miles de millones de usuarios a cargar toda su vida personal en fotos y videos y mantenerlas actualizadas, todo gratis. No obstante, se han montado grandes negocios en las redes sociales de Zuckerberg que ha decidido reembolsar a anunciantes el dinero perdido tras falla mundial de su servicio.

La otra galaxia de la nueva economía, la no menos poderosa: Google (dueños de YouTube) también ha montado grandes emporios en la cuarta revolución industrial que crecen como comunidades colaborativas para las cuales trabajan de manera gratuita miles de millones de usuarios. Son negocios -los de Zuckerberg y los de Larry Page, Serguéi Brin- los que tienen la sartén por el mango y así lo ha demostrado el apagón de las redes más exitosas ocurrido ayer y que alertan sobre la gran dependencia de las personas y las empresas de estas soluciones a la vida moderna ansiosa por comunicar, informarse y avanzar.

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Las llamadas galaxias sociales de Facebook y Google, se enfrentan una contra otra para cerrarle el espacio a otros de sus competidores en ciertos negocios como Apple (1976) y Microsoft (1975), viejos fabricantes de software y computadores que en su momento fueron iconos de la tercera revolución industrial. Son guerras sin cuartel en las que los usuarios son el botín, quienes a propósito poco o nada les cobran, todo es gratuito, y cuando esto ocurre en el mundo digital es porque el producto es el consumidor y los datos que deje registrados.