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EDITORIAL

Pendientes en la modernización del tránsito

sábado, 6 de noviembre de 2021

Las autoridades de tránsito siempre van atrás de las normas y los malos hábitos en el uso de carros, motos y bicicletas, entre otros, se vuelven cultura aferrándose, generándo caos

LR

Las normas de tránsito en Colombia siempre están a la penúltima moda, mientras en otros países de la Ocde, hay estrictas reglas para movilizarse en carros, motos, bicicletas y ahora patinetas, por las distintas calles, carreras, autopistas, puentes y túneles, aquí reina el caos. Es común ver carros lentos por los carriles rápidos, vehículos de carga ocupando la izquierda de la vía, bicicletas en medio de los carros e incluso por los carriles de Transmilenio; motos que adelantan por la derecha, y hasta ciclo-motores de gasolina o eléctricos, en medio de las ciclo-rutas hechas solo para bicicletas y caminar.

Es un hecho que transitar en Colombia es una de las peores experiencias de movilidad a nivel global. Los únicos culpables de esta cruda realidad son las autoridades de tránsito, desde el Ministerio de Transporte, hasta el policía o agente vial, pasando por las secretarías de movilidad, por la Agencia Nacional de Tránsito y por todas esas oficinas y entidades que no son eficientes en modernizar las reglas de transporte.

No se entiende por qué los 9 o 10 millones de motos que se mueven en todo el país se pasan las reglas por la faja, es más, aún no se identifica qué interés político o de lobby empresarial existe detrás de no obligar a los motociclistas a pagar los peajes. Es un hecho evidente y catapultado durante el último año y medio de pandemia que las bicicletas se han multiplicado y que cada vez más personas se bajan de motos, carros y del transporte masivo para andar en bici, pero esa actividad sana y aplaudida por amigable con el ambiente, se ha convertido en un ejercicio temerario, no solo por el robo incontrolable de esos vehículos, sino por la irresponsabilidad de los mismos ciclistas.

Muchos se desplazan por los andenes hechos para los peatones, las vías exclusivas para los buces, por los carriles del transporte público o pesado, y no cuentan con ropa reflectiva, casco, guantes, accesorios de protección y carecen de una identificación de su medio de transporte, pues las bicicletas son privilegiadas, no son objeto requerido por la policía de tránsito para indagar sobre el origen de la propiedad o la trazabilidad de sus infracciones.

En pocos meses retornará a las calles colombianas la fiebre de la patineta eléctrica y no se adelantaron las normas que ayuden a impulsar este vehículo. Lo peor quizá, es que normas y buenas intenciones de las autoridades pueden existir sobre el papel, pero nunca bajan a las calles y la ley del más fuerte sigue siendo la constante a la hora de movilizarse.

Colombia necesita de una Agencia Nacional Vial que trabaje que innove, que sensibilice y haga un revolcón nacional en el sector transporte; ni siquiera hay buena señalización, urbana o rural y mucho menos trabajan con las autoridades locales y regionales para avanzar en la línea de la modernización de las normas. Se trata de hacer algo grande, disruptivo, moderno, para eso nos afiliamos a la costosa Ocde para copiar las buenas prácticas y recibir asesorías de donde funcionan las cosas, pero no se ha avanzado en el sector transporte.

Las policías de carretera, de tránsito en Bogotá y todos los agentes viles de otras ciudades y municipios necesitan que les modernicen sus funciones para poner en orden el tránsito colombiano y dejar atrás el “sambenito” de que es uno de los peores países para salir a la calle o ir de un lugar a otro, pues prima la ley del vehículo más grande.

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