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EDITORIAL

Para Dilma: “era la economía, estúpida”

jueves, 12 de mayo de 2016
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Está claro que si la economía brasileña fuera bien y no estuviera en una acentuada recesión, Dilma Rousseff se mantendría muy sólida

Acomienzos de los años 90 del siglo pasado, George Bush padre, era el presidente de Estados Unidos con un nivel de aprobación superior a 80% y buscaba la reelección. Tenía cosas para mostrar en la política internacional, pero la economía entró en recesión y su contrincante Bill Clinton no perdió la oportunidad y machacó sobre la crisis y ganó las elecciones. “Es la economía, estúpido”, fue la frase que desde entonces fue popularizada como la síntesis más cruda y real de la incidencia de factores como crecimiento, inflación o empleo a la hora de votar, pues afecta la vida de los electores. 

Brasil, la principal economía de América Latina y la novena en el mundo, pasa por su más aguda crisis: en 2015 su PIB cayó 3,8% la mayor recesión que sufre en un cuarto de siglo y en 2016 retrocederá otro 3,5%, sería la primera vez que pasa dos años consecutivos en recesión. La última fue en 1931. Eso contrasta con años atrás. En 2010 creció 7,5% y hacía pensar en el sueño de formar parte del club de los países ricos, que organizan juegos olímpicos y mundiales de fútbol, con grandes inversiones que demuestran poderío.

Las razones del mediocre desempeño de su economía están en distintos factores. No se puede desconocer que la madre de la recesión es la crisis política, con el pulso entre el Gobierno y el Congreso, caracterizado por una antropofagia sin antecedentes y la pérdida de mayorías en el legislativo y el carácter revanchista de los enemigos del Partido de los Trabajadores que lideró Lula y continuó Dilma Rousseff. A eso se suman los escándalos de corrupción que arrancaron en la empresa más importante Petrobras y que arrastró a empresas como Odebrecht, Andrade Gutiérrez y OAS, a políticos y funcionarios del gobierno en sobornos que pasan de los US$30.000 millones. Firmas que solían ejecutar grandes obras y ahora lidian con arrestos. Hoy la industria brasileña cae 6%, la confianza en la economía está en el nivel más bajo en 15 años y las principales calificadoras  de riesgo le quitaron el grado de inversión que le habían dado hace una década. Cerca de 1,8 millones de puestos de trabajo se perdieron en Brasil desde que Rousseff inició su segundo mandato en enero de 2015 y el desempleo subió hasta 10,9% en el primer trimestre de este año.

Aunque resulte paradójico, fue durante el gobierno de la misma Rousseff que Brasil expidió una ley anticorrupción con  herramientas para destapar el escándalo de Petrobras y se han abierto investigaciones a políticos que ahora le pasan la factura a la presidenta, a quién se le separa del cargo y se le abre un juicio por haber maquillado cifras fiscales, lo cual no se compadece con la sanción y no es extraño muchos países ricos y pobres. 

A Clinton lo salvó el estado de la economía de la destitución luego del escándalo sexual, y seguramente si la economía brasileña estuviera bien, muy probablemente no hubiera caído Rousseff. Por eso hay que rescatar la frase de “es la economía, estúpido”.

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