Nadie trabaja gratis y no pagar es un delito

Las empresas prestadoras de salud más grandes y exitosas de Colombia, Sura, Sanitas y Compensar, con más de 13 millones de afiliados juntas, no están tranquilas y su futuro es incierto; así lo dejaron ver luego de su S.O.S. por los eventuales problemas financieros que llevarían al traste su operación más allá de septiembre próximo.

Con el anuncio se ha destapado una auténtica Caja de Pandora de donde saldrán todos los pesares del sistema de salud colombiano, pero también emergerán sus fortalezas, posibilidades y oportunidades. La situación es la siguiente: las deudas que el Estado tiene con las llamadas EPS son enormes y las están asfixiando, y de allí se derivan sus pérdidas.

Las deudas estatales con las tres empresas privadas suman $1,6 billones; unos $870.871 millones a Sanitas; $568.638 millones a Sura; y $204.206 millones a Compensar. Dicen las empresas que en los últimos dos años se agotó un capital cercano a $400.000 millones en el caso de Sura, $415.500 millones por el lado de Sanitas y $278.700 millones en Compensar, los dos últimos capitales “fueron construidos durante 30 años y 23 años de existencia”, respectivamente.

Pero la situación financiera no es lo grueso del problema, es la respuesta inadecuada del ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, quien manifestó que “cuando hay ganancias, todos felices, pero cuando no les funciona el negocio comienzan las críticas”. Además de descalificar el llamado de las EPS, el político aseguró que no se puede hablar de crisis en donde no la hay.

Nuevamente, como es habitual en la presente administración, volvieron a mirar las cosas con retrovisor: “la verdad es que hoy aquí, con excepción de unas deudas del anterior gobierno que tienen que ver con el covid, podríamos decir que estamos a paz y salvo, y que hemos venido cumpliendo religiosamente con todos y cada uno de los pagos que se deben de hacer”. Al final tranquilizó la situación diciendo que está presupuestado por doceavas partes, 96% del presupuesto. Está presupuestado con el adicional también para poder cumplir con otros temas como los presupuestos máximos que tanto le preocupan a las EPS.

Se equivoca el Ministro cuando desafía las leyes del mercado o de la economía de mercado al decir que “nos hablan de pérdidas, pero nunca nos hablaron de las ganancias de 2020-2021, entonces yo sí creo que nos tenemos que sentar a mirar”. Es una salida pendenciera en línea con su imaginario de desplazar al competitivo sector productivo de los pilares básicos y la inminente instalación de un macro sector de salud que dependa de los alcaldes, concejales, gobernadores y presidentes de turno, todos los políticos que quieran volver de bolsillo el dinero de la salud.

En medio de este tira y afloje entre públicos y privados se olvida que nadie presta un servicio gratis y que el Estado debe pagar lo que debe, máxime cuando ningún colombiano puede quedar sin servicio de salud. La salud nunca debe ser un negocio en un país lleno de precariedades de tiempo atrás, pero no se puede desconocer que el sector productivo ha desarrollado un sofisticado sistema, con instalaciones y ecosistemas de talla mundial. Se le olvida al Ministro de Salud que hay un puñado de clínicas y hospitales de alto nivel privadas identificadas de alta calidad, en un universo en donde lo público siempre está asociado a la corrupción.