Metro y paz, dos traumas nacionales

Lograr un acuerdo de paz con las Farc y construir el metro para Bogotá pueden ser dos de las noticias más esperadas por todos los colombianos desde hace varias décadas. Son un par de asuntos pendientes que no han podido superar todos los presidentes y alcaldes mayores desde hace seis décadas. Son temas crónicos sin soluciones duraderas que se han convertido en verdaderas obsesiones del país; no hay gobernante desde finales de los años 50 que no haya hablado del tema, ni que se escape de sus responsabilidades públicas en esos sueños rotos. Pero nadie les pasó la cuenta de cobro por no lograr avances sólidos en salvar esos dos obstáculos para cruciales para el desarrollo.

Puede escucharse por allí que el sistema de transporte masivo del metro para Bogotá, es solo un problema local de esta gran ciudad, pero se equivocan en grande pues el metro es un objetivo de talla nacional, no solo crucial para la Capital de la República, sino para la competitividad colombiana; alcanzarlo mejoraría la vida de casi 10 millones de colombianos de los 46 millones que suman en la actualidad. Es un tema de magnitud nacional, pues en la Capital convergen todos los intereses nacionales y es la puerta de entrada al país. Los últimos proyectos de metros en el vecindario se han enfrentado con dignidad nacional, tal es el caso de Lima, Ciudad de Panamá y Quito. Y vale la pena recordar que solo dos o tres ciudades en el mundo de más de 10 millones de habitantes no tiene metro.

Por eso respaldamos al Departamento Nacional de Planeación y a la administración distrital en propósito de evacuar el pendiente del metro en este cuatrienio. Es un logro histórico y una noticia que no debe quedarse en la etapa de anuncio y ojalá la campaña por la Alcaldía de Bogotá que se avecina no gire como siempre en metro sí, metro no. Quizá los candidatos con verdaderas opciones sean responsables y no engañen a los electores hablando de más transmilenios. El otro trauma nacional son los acuerdos con las Farc, una piedra en la construcción de la verdadera reconciliación y en el despeje, de una vez por todas, de ese ‘chivo expiatorio’ que es la guerra interna que desangra al país y ha formado una economía del conflicto de la cual se han beneficiado generaciones de ‘barones de la guerra’.

Tal como van las cosas y de cara a los diálogos en La Habana y en las señales que se van observando en el panorama, el conflicto se está empezando a desmontar y el metro para Bogotá a materializar. Es aquí donde cabe la pregunta: ¿será que en dos o tres años ambas cosas serán realidad? O los juegos políticos de turno mantendrán estos traumas como fórmula electoral y seguiremos hablando de las mismas cosas por otro par de generaciones.