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EDITORIAL

Los viajes del Presidente son muy necesarios

jueves, 20 de junio de 2019

Es peregrino criticar al Presidente por sus 17 viajes al exterior desde cuando se posesionó en la Casa de Nariño, es pretender cerrar al país a las relaciones comerciales globales

Editorial


Entre 1998 y 2002 se le criticó al presidente de Colombia de ese entonces, Andrés Pastrana, sus permanentes viajes al exterior, que alcanzaron casi 60 trayectos durante solo cuatro años. Era la “otra Colombia” de comienzos del siglo XXI que estaba sumida en la desesperación, capturada por el desasosiego y que enviaba mensajes de no futuro al mundo como un país inviable, cercado por los narcotraficantes y las guerrillas.

Si no hubiese sido por sus permanentes visitas a Washington, no se hubiera logrado ninguna ayuda estadounidense, ni el llamado Plan Colombia sería esa realidad que fue al fortalecer las fuerzas militares e irles ganando terreno a las Farc y demás grupos terroristas que en el siguiente gobierno de Álvaro Uribe (2002 y 2010) fueron prácticamente derrotados. El expresidente Uribe en su primer año de mandato no salió del país más de ocho veces y se concentró en las cosas cotidianas y en la Colombia rural capturada por el miedo y los hechos delictivos como secuestros, extorsiones, “pescas milagrosas”, tomas guerrilleras y campeaba el narcotráfico en todos los rincones.

En sus dos periodos gubernamentales no viajó al exterior en más de 65 ocasiones, a pesar de que impulsó una suerte de segundo Plan Colombia, y de que en el campo comercial emprendió el TLC con EE.UU., que arrancó sus conversaciones en 2006 y vería la luz solo seis años después. Juan Manuel Santos (2010-2018) viajó 16 veces en su primer año; su agenda internacional la ocupó la relación con Estados Unidos y la Unión Europea en una suerte de cabildeo para sensibilizar a los aliados en el proceso de paz.

Como sus antecesores, el grueso de las visitas se hicieron a Washington y Nueva York para acudir a las tradicionales reuniones de la banca multilateral y de la Organización de Naciones Unidas; citas que no tenían otro fin que presentar la agenda de la paz con las guerrillas. Pero ahora que se han levantado muchas críticas al presidente Iván Duque por sus 17 salidas al exterior antes de cumplir su primer año de gobierno, hay que analizar que los tiempos cambian y que ir a Estados Unidos es una constante y una clara obligación para los últimos presidentes colombianos, dada la fuerte relación diplomática, política y comercial entre los dos países.

Además, los resultados de casi todos esos viajes son elocuentes: visibilizar el drama político de Venezuela, articular el cerco diplomático, lograr para Colombia el primer centro de la Cuarta Revolución Industrial en Davos, ejercer un liderazgo en la Alianza del Pacífico como bloque alternativo para profundizar las relaciones entre países iguales y otra gran cantidad de iniciativas, todas muy benéficas para un país que debe avanzar en una diplomacia comercial que abra puertas y genere intercambios saludables para Colombia.

Es peregrino criticar a un presidente porque viaje al exterior; no solo es necesario, sino que en el Ejecutivo quedan unos ministros empoderados para ejercer sus funciones a cabalidad. El presidente es la cara visible de Colombia ante el mundo y Duque es un mandatario digno de presentar, que no solo abre puertas comerciales, sino que logra resultados para el país y para la región. Incluso, el mismo discurso y la agenda que maneja ante el mundo -marcada por la economía y el ambiente- es calurosamente recibida por sus homólogos. Es tiempo de avanzar y darse cuenta que el mundo está afuera para lograr avances locales.

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