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Aftosa, abundancia lechera, fondos al garete y pugnacidad gremial llevan a la ganadería a uno de sus peores momentos de su historia
Paradójicamente cuando la ganadería podría estar viviendo o disfrutando de uno de los mejores momentos en su actividad económica, con la llegada evidente de la paz al sector rural, está atravesando por unos de los peores días de su historia reciente. A los diferentes brotes de aftosa que le cierran los mercados a las exportaciones de carne y merma la confianza al consumidor, se suma la sobreabundancia de producción de leche, que hace que los pequeños lecheros no vean un alza en el precio desde hace varios años, mientras que los insumos siguen subiendo al mismo ritmo que la inflación e incluso por encima del mismo crecimiento económico. A estos dos flagelos (aftosa y abundancia de leche) se suman las malas relaciones entre el Gobierno Nacional y la histórica dirigencia gremial en cabeza de Fedegan; además de la entrada de nuevos liderazgos que coquetean con la politiquería que han socavado ese liderazgo económico de un sector crucial para la estabilidad del país y la seguridad alimentaria, generando una situación llena de incertidumbre, justo en un momento en el que se debe trabajar en equipo en función del sector ganadero.
Atravesamos por un momento en donde la grandeza de los gobernantes y de los dirigentes brilla por su ausencia y tanto los unos como los otros se enfrascan en peleas que no tienen fin y están perjudicando a miles de familias que viven de la carne y de la leche. Recordemos que después de la actividad agraria de cultivar café, la que más aporta a los ingresos de la sociedad rural es la producción de leche que reúne miles de familias en torno a la cadena láctea. Incluso en algunos departamentos no cafeteros, son más las familias que viven de la leche que del café. Con la carne es distinto, pues es un renglón económico dominado por los grandes productores extensivos en zonas ni lecheras ni cafeteras.
Lo único que no necesita el sector ganadero -incluídos lecheros y productores de carne- es que se convoque a una misión de académicos que diagnostiquen lo que está sucediendo y se produzca un documento que además retarde soluciones de tipo ejecutivo. Lo primero que se debe hacer es acercar al Ministerio de Agricultura con los gremios de la producción ganadera para que juntos elaboren un plan estratégico de urgencia del sector y se comprometan a trabajar sin politiquería por los ganaderos, independientemente si producen leche o carne, que casi siempre son antagónicos en términos de ingresos. El segundo punto es producto del primero y deben trabajar en el futuro del fondo parafiscal de la leche y de la carne de manera distinta, pues son productos que necesitan una diferenciación, no solo en términos parafiscales sino de desarrollo.
El tercer punto es quizá el más importante y debe ser inclusivo con la academia y la tecnocracia. Se debe partir de que en el campo está gran parte de las soluciones al crónico conflicto que desangró al país desde hace casi 60 años y que las vocaciones agropecuarias necesitan de planes a largo plazo para verdaderamente convertirnos en la despensa de alimentos que el mundo necesita. Es un cuento raído decir que el futuro está en la agroindustria, pero poco o nada se ha hecho desde la ganadería para ponerlo en práctica y para ello las instituciones del agro deben ser más técnicas, más científicas. La ciencia debe tomarse literalmente al ICA y a Vecol, al tiempo que los gremios deben plantear una zona de distensión en donde trabajen por todos los ganaderos no por sus intereses cortoplacistas.
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