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EDITORIAL

Lo bueno, lo malo y lo feo de los celulares

viernes, 28 de junio de 2013
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La entrega de nuevos espacios para mejorar el servicio celular llega en un momento de quiebre tecnológico para Colombia

La entrega de nuevos espacios para mejorar el servicio celular llega en un momento de quiebre tecnológico para Colombia
 
Muy pocas licitaciones, subastas y concursos públicos se han podido cerrar en la historia reciente del país, como la realizada esta semana por el Ministerio de las Telecomunicaciones, que entregó nuevos espacios del espectro para la explotación de la tecnología 4G, y que brindará a los usuarios de internet y telefonía celular la posibilidad de disponer de mejores condiciones. Es un paso gigante para el desarrollo tecnológico, en el que los consumidores naturales y jurídicos serán los más beneficiados.
 
Lo bueno de la subasta del 4G es, sin lugar a dudas, que llega en un momento de crisis de éxito del servicio celular. Ya se superaron los 50 millones de equipos en funcionamiento, de los cuales 40 operan en planes prepagados y 10 millones en pospago; cifras que son muy importantes a nivel mundial, pues por cada 100 habitantes hay más de 100 celulares. Afirmamos que es bueno que la subasta llegue en estos momentos porque la gente o el consumidor está enfocado en la calidad del servicio, y no en la publicidad o en el costo. Obviamente, también es bueno, o mejor excelente, que el Gobierno Nacional haya ganado dinero para la inversión social con la subasta de ese espacio electromagnético.
 
Lo malo es que las autoridades competentes del control y la vigilancia del servicio de celular están desbordadas, y no pueden hacer cumplir los contratos que las multinacionales de telefonía tienen con personas naturales o jurídicas. De nada vale que cada vez más los usuarios puedan bajar videos robustos más rápido; puedan tener más minutos para hablar a bajo costo, o descargar pesados correos electrónicos; y hasta hacer videollamadas a todo el mundo, si no existe una autoridad competente idónea que obligue a cumplir el servicio contratado y castigue los incumplimientos.
 
Y lo feo tiene que ver con la función social de las telecomunicaciones, que aún está ausente. Si Colombia camina hacia un Estado socialmente más responsable, debe obligar a que las empresas de alta tecnología, como son las celulares, lleguen a todos los rincones del país; incluso a los corregimientos y veredas en donde no es negocio vender minutos, ni mucho menos instalar un computador conectado a internet. Lo mismo debe suceder con las empresas que se enfocarán en el servicio de internet de acuerdo con los resultados de la última subasta. Hay todavía muchos pueblos y asentamientos en todos los departamentos que no tienen acceso a este servicio público, que en el siglo XXI es tan importante como la energía y el agua.
 
Allí está lo bueno, lo malo y lo feo de los celulares con un enfoque más social que de negocio. Colombia necesita empresas responsables y con claros conceptos de responsabilidad social.
 

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