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EDITORIAL

Las cosas malas también tienen su lado positivo

viernes, 28 de febrero de 2020

La economía mundial está contra las cuerdas, no obstante, la devaluación es un momento para exportar y los protocolos sanitarios son una manera de apurar otras formas laborales

Editorial

No es nada bueno el ambiente económico global con el que cierra este febrero: cancelación de vuelos internacionales, brotes xenófobos contra asiáticos, jornadas de cifras rojas en los indicadores de las bolsas de valores, caída de los precios del petróleo, disparada del oro, y lo que más impacta a los consumidores colombianos: un dólar que se ha subido a tasas de cambio superiores a $3.500; una tormenta perfecta a la que hay que sacarle el mayor provecho económico, pues hasta en las peores circunstancias las situaciones problemáticas hay que verlas como nuevas oportunidades de progreso.

No hay que ser alarmista en un contexto globalizado como el que vivimos, máxime en un país como Colombia que muestra buenos resultados económicos en la esfera local y lidera el crecimiento del PIB si se compara con los mercados regionales y emergentes.

Es más: la confianza del sector comercial y del sector industrial mostraron cifras más que optimistas el pasado mes, según cifras de la Encuesta de Opinión Empresarial de Fedesarrollo. El Índice de Confianza Comercial se elevó 32,3%, lo que representa un aumento de 2,6 puntos porcentuales con respecto a diciembre pasado, convirtiéndose en el valor máximo desde 2006. De acuerdo con Fedesarrollo, “el aumento se explica por una reducción en el nivel de existencias y, en menor medida, por un aumento en la situación económica de la empresa y en las expectativas para el próximo semestre”.

En ese mismo sentido, el Índice de Confianza Industrial está en 12,2%, con un incremento de 3,7 puntos frente a diciembre de 2019; el nivel más alto desde 2011. Así las cosas, el país presenta buenas cifras en términos de consumo, recuperación que se suma a la estabilidad de las tasas de interés, la baja inflación, el dato de crecimiento y una dinámica de consumo de las familias que empieza a ser el motor de la nueva economía colombiana. Pero lo mejor es que hay un aumento en las expectativas de producción para el próximo trimestre.

Dice Fedesarrollo que los industriales consideran que la inversión presupuestada para este año será superior a lo observado el año pasado. “En el cuarto trimestre del año, el balance de pedidos de exportación aumentó frente al tercer trimestre de 2019. Así mismo, el indicador de expectativas de los exportadores sobre el desempeño de su actividad en los próximos tres meses aumentó con respecto al trimestre anterior”.

Ahora bien: con la acentuada devaluación del peso frente al dólar, como consecuencia del Covid-19, se tiene la oportunidad subyacente de apurar exportaciones distintas al petróleo y el carbón, una tarea que se debe acelerar en lo que resta del año; Colombia no ha aprovechado la docena de tratados de libre comercio que ha firmado bajo la explicación de que la tasa de cambio no acompaña, razón que parece evaporarse este año.

El otro frente es que los protocolos sanitarios para evitar que el virus alcance niveles preocupantes, pueden ser un argumento para avanzar también una reforma laboral que privilegie el teletrabajo, la reducción de la jornada laboral a menos de 40 horas semanales y la esperada contratación por horas, esquemas que están sobre la mesa, pero no hay manera de que el Ministerio de Trabajo avance en ellos en el Congreso. El país no puede frenarse ni afectarse por la incertidumbre que recorre los mercados, en cambio debe mirar este tipo de situaciones como oportunidades.

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