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EDITORIAL

La semana del salario mínimo y la tributaria

viernes, 2 de diciembre de 2016
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Lástima que siempre dejen discusiones claves para la economía, como impuestos y salarios, para el final del año cuando todos están distraídos.   

 

Dos hechos de gran relevancia para la economía colombiana tendrán durante esta segunda semana de diciembre que hoy empieza -fracturada por un festivo en la mitad- una suerte de clímax por el nivel de las discusiones y la polarización que habrá probablemente. El primer hecho tiene que ver con la presentación de la ponencia en el Congreso de la República del proyecto de ley de reforma tributaria, una iniciativa de origen gubernamental de 311 artículos que deberá empezarse a discutir en menos de 48 horas, de lo contrario puede quedar sepultada por falta de tiempo para las exposiciones, aún cuando se citen a sesiones extraordinarias.

El segundo hecho es la discusión del incremento del salario mínimo para el nuevo año, una tarea que realizan los gremios de la producción en representación de los empresarios y las centrales obreras, que hacen lo propio por el grueso de los trabajadores; y como árbitro de ese análisis remunerativo está el Ministerio de Trabajo en representación del ejecutivo, que es quien al final de todas las disputas, o tira y aflojes, por lo general siempre ocurre, termina decretando el incremento.

Son dos hechos de enorme trascendencia para la economía de bolsillo y para las grandes cuentas de las empresas. Ambas discusiones tienen poco tiempo para analizar diferentes puntos de vista y tendrán repercusión inmediata el próximo 2 de enero cuando entren en vigencia, tanto el nuevo salario mínimo legal como los impuestos aprobados por el Congreso. De lejos los empresarios están con todas las alertas puestas, pues tanto el incremento salarial como los nuevos tributos les pasarán la cuenta de cobro a sus presupuestos planeados hace pocas semanas con una tasa de cambio de $3.000 por dólar, una inflación ligeramente inferior a 7%, una tasa de interés del Banco de la República estancada en 7,75% y expectativas de crecimiento económico para el nuevo año de 2,1%.

Si a esto se suma la cascada tributaria y unos incrementos salariales desfasados de la realidad económica nacional y mundial, bien se puede advertir de un 2017 de más ajustes en los costos y de distanciamiento de una recuperación. Las conclusiones son simples de anunciar y muy complicadas de ejecutar: es un imperativo que los congresistas asuman con alta responsabilidad su papel de representantes de todos los actores sociales -incluyendo los empresarios generadores de empleo y bienestar- y discutan a fondo el proyecto tributario midiendo los verdaderos alcances y las consecuencias de los nuevos tributos para que no empujen al país en una recesión económica no vista en la historia reciente. Y que tanto gremios como sindicatos, no actúen como dos caras contrarias de una misma moneda y analicen la coyuntura de bajo crecimiento económico, pocas exportaciones, baja competitividad internacional y fuerte fluctuación de las materias primas a la hora de fijar el nuevo salario mínimo.

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