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EDITORIAL

La parábola de Belén de Bajirá

miércoles, 31 de mayo de 2017
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El próximo 12 de junio, el IGAC publicará un nuevo mapa de los límites entre Antioquia y Chocó que zanjará una discusión que pocos entienden 

Para los chocoanos Belén de Bajirá es un pequeño pedazo de su territorio ancestral al que quieren convertir en municipio en las inmediaciones de Riosucio, si los altos tribunales se lo permiten; mientras que para los antioqueños es un viejo corregimiento de su municipio de Mutatá desde hace varias décadas y así se registra en todos los mapas oficiales de Colombia desde mucho antes de 1947. Evidentemente allí existe una discusión de tipo territorial, una más de cerca de un centenar de disputas por fronteras departamentales y municipales en Colombia. El caso es más simple de lo que parece, pero el manoseo político del tema ha llevado a pensar a muchos colombianos -especialmente a los comprometidos en el tira y afloje- que es un conflicto de dimensiones “internacionales” que deben resolver arbitro superiores al Congreso de la República, quien no ha hecho el trabajo de zanjar este espinoso tema que distrae las verdaderas necesidades sociales, económicas y de seguridad de la región de Urabá, hoy dominada por grupos mafiosos que se financian con dinero del narcotráfico y han puesto en jaque a los gobernantes de dicha región que comparten Antioquia y Chocó.

La pelea de chocoanos y antioqueños lleva más de tres lustros, esperando que el poder legislativo defina los límites y soberanía de Belén de Bajirá. El Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Igac, culminó sus informes técnicos y los entregó hace más de un año a las comisiones especiales de Ordenamiento Territorial de la Cámara y el Senado, que han permanecido calladas esperando a que pase el tiempo y aumente la protesta social y política. Los primeros en mover fichas fueron los chocoanos quienes lanzaron un paro cívico para exigirle al Estado atención a sus problemas básicos de servicios públicos e infraestructura, protesta que se ha sincronizado con la de Fecode y la de los habitantes de Buenaventura. Lo audaz, por parte de los chocoanos, es que metieron el tema de Belén de Bajirá a su memorial de agravios cívico, pero no contaron con la defensa a ultranza que la Asamblea de Antioquia y su gobernador, Luis Pérez Gutiérrez, han hecho de su corregimiento. Todo ha generado un exótico problema que pone a prueba al Congreso, a las altas cortes y al mismo Gobierno, instituciones que han esquivado el problema para no generar un efecto dominó en cientos de disputas territoriales. Si tuviéramos más parlamentarios líderes y formados en jurisprudencia y economía, tal vez se habría adoptado una decisión salomónica de simple división por mitades, tal como hoy han convivido en esa región, pero todos se han hecho los de oídos sordos y han dejado que el asunto crezca innecesariamente.

La situación por ahora es simple, pero no deja de ser problemática: hace un año las autoridades dijeron que si el Congreso no se pronuncia sobre el estudio del Igac, el límite “provisional” sería el definido por un nuevo mapa de esta institución que solo es consultiva y de carácter técnica. Por ahora, se espera que el próximo 12 de junio se conozca el mapa oficial del territorio y se aplique una norma que resuelve la disputa entre los dos departamentos, que es la Ley 13 de 1947 que crea el departamento de Chocó e incluye a Bajirá como territorio de ese departamento. Dice técnicamente que “las aguas de dos ríos, el Tumaradó y el Tumaradocito, es la línea divisoria que separa a Antioquia y a Chocó en ese punto, y ubica a Bajirá como un territorio chocoano”, pero como todo en Colombia esa será una victoria pírrica en una región realmente dominada por los narcotraficantes, los paramilitares y todos los males asociados al conflicto interno que no se quiere ir del país.

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