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EDITORIAL

La educación, la tierra y otros debates

lunes, 19 de enero de 2015
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Connotados columnistas se han enfrascado en un importante debate sobre el lío de la tierra versus la educación

James Robinson es profesor de Economía Política y Gobierno de la Universidad de Harvard y dicta cursos de verano en la Universidad de los Andes, al tiempo que realiza investigaciones sobre Colombia que enriquecen el debate económico y crispa el político. Junto con Daron Acemoglu son autores del libro ¿Por qué fracasan los países? Pues bien, una reciente columna el economista titulada “Cómo modernizar a Colombia” ha suscitado una serie de debates bien interesantes sobre la priorización de la educación en el desarrollo del país sobre tesis que defienden el asunto de la tierra. En el debate han participado varios de los analistas más reconocidos del país, Hommes, Kalmanovitz y Restrepo, entre otros no menos influyentes.

El punto central que queremos recoger es el papel de la educación en el desarrollo del país que debe ser la punta de lanza en los programas de gobierno de quienes quieren ser gobernadores y alcaldes de los departamentos y municipios de cara a las elecciones del próximo octubre. La educación es mucho más democrática que la tenencia de la tierra y esa jerarquización es determinante en una sociedad desigual como la colombiana. Estamos absolutamente de acuerdo con que la afirmación de Robinson quien plantea que “mientras la reforma agraria es un juego de suma cero (donde lo que alguien gana, otro lo pierde) la inversión en educación es un juego de suma positiva donde todos ganan”. A los colombianos más excluidos (sobretodo a los más jóvenes) se les debe brindar capacitación y educación formal, no el sofisma de ser propietarios de parcelas que necesitan de grandes inversiones para poder ser rentables algún día. Son tesis discutibles, pero transformadoras de la sociedad.

Hay toda una cruzada de columnistas locales a quienes no les gustan la visión de economistas u opinadores externos a que consideran ‘advenedizos’ o ‘golondrinas’, hasta oportunistas, que vienen y vende sus estudios, que poco aportan a los debates nacionales. Puede ser cierto en determinados casos, pero hay que rescatar que las grandes transformaciones económicas locales han venido de mano extranjera a través de misiones económicas que ya no llegan, pues los asesores locales las han bloqueado y en algunos casos han puesto en anaqueles cuando están de turno en el Ejecutivo. En La Habana no debe discutirse el tema de la educación, pues es un asunto puramente de política pública, pero si debe abordarse el espinoso tema de la tierra, que ha sido la espina dorsal de las reivindicaciones de la guerrilla por más de cincuenta años.

No seamos extremistas. Las opiniones intelectuales foráneas nos ayudan a ver las cosas desde afuera y no podemos irnos lanza en ristre contra verdaderos académicos, llámese Robinson o Piketty.

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