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Ecuador entra en una etapa más cercana a los intereses colombianos, una nueva oportunidad diplomática para solucionar los problemas crónicos del suroccidente del país
El profesor Adrián Ravier, director de la maestría en economía y ciencias políticas de Eseade y analista del Cronista Comercial de Buenos Aires, calificaba en uno de sus escritos de “milagro ecuatoriano” lo que está sucediendo en el vecino país.
Quizá muy anticipado para llamarlo “milagro”, pero sí, muy oportuno advertir sobre lo que se viene para Ecuador en materia del modelo económico; un país con el que compartimos cerca de 586 kilómetros de frontera terrestre y toda una autopista sobre el Océano Pacífico, hoy capturada por las narco-guerrillas que tienen sumido al suroccidente colombiano en una guerra sin fin y sin cuartel.
A Ravier le interesa comparar el caso de Ecuador con el de Argentina, en un ejercicio que tiene sentido en términos de dolarización en dos economías maltrechas: “la dolarización de la economía argentina podría darle inmediatos resultados a nuestro país: resolveríamos el problema de la inflación alcanzando rápidamente la estabilidad monetaria (algo similar a la hiperinflación de 1989-91 resuelta por la Ley de convertibilidad); bajarían las tasas de interés nominales a un dígito; se eliminaría el riesgo de devaluación, las tasas de interés reales también bajarían; sobrevendrían mayores inversiones, generadoras de empleo que a su turno nos permitirán recuperar la economía y emprender un proceso de crecimiento real”.
En un ejercicio dialéctico, Ravier plantea que en dos décadas de haber dolarizado la economía “no han mostrado ningún milagro económico (...) la respuesta es que quizás el milagro está, pero no lo han podido ver (...) Ecuador tuvo en estos 20 años gobiernos populistas que podrían haber convertido al país en otra Venezuela. Eso no ocurrió. Correa primero, y sus delfines después, chocaron con la imposibilidad de imprimir dinero para expandir el tamaño del Estado, imponiendo procesos hiperinflacionarios sobre el Ecuador. Correa atacó la dolarización en diversas ocasiones como aquel sistema que contenía sus intenciones, y eso debe ser visto como el primer milagro económico del Ecuador. La dolarización resistió a los populismos, y hoy acaba de elegir Presidente al único postulante que prometió mantener el esquema”.
El nuevo presidente, el banquero Guillermo Lasso, declarado amigo de Colombia, prometió en campaña “la modernización financiera para acompañar a la dolarización, además de la liberalización de los mercados y bajas impositivas para atraer capital privado internacional (...) cuando un país es gobernado por un populismo extremo como el que tuvieron Venezuela y Ecuador, la economía entra en un círculo vicioso de pobreza, indigencia, inflación que se profundiza en cada elección por la dependencia de gran parte del pueblo en las cajas de comida que los propios gobiernos reparten. Ecuador hoy logró romper este círculo. La dolarización fue esencial en este cambio”.
Colombia por primera vez en casi dos décadas tiene un gran aliado en la frontera sur, que puede ayudar a resolver nuestros crónicos problemas de inseguridad en el suroccidente, pero para que eso sea una realidad hay que avanzar en meter a Ecuador en la Alianza del Pacífico, al lado de México, Chile y Perú para compartir mercados, y diseñar políticas comunes de progreso o bienestar en la cuenca del Pacífico. Sea la oportunidad para decir que Ecuador le sacaría más provecho que Colombia.
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