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EDITORIAL

La cuenta de cobro de paros ‘individuales’

martes, 10 de septiembre de 2013
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Todas las protestas se arreglan con compromisos económicos por parte del Estado, pero ¿si hay plata para todo?

Este 2013 -que ya entró en la recta final de los meses terminados en ‘bre’- pasará a la historia como el año de los paros, las marchas y las protestas sociales. Y como bien lo decía un columnista dominical, un tiempo en el que los colombianos urbanos se dieron cuenta de que los campesinos existían, y los campesinos se dieron cuenta que tenían poder. El año comenzó con una protesta de los empleados de la justicia, luego pararon los carboneros en La Guajira, posteriormente los cafeteros y se terminó hace un par de semanas con las violentas protestas del llamado paro nacional agrario que puso en jaque a muchas ciudades y generó caos en el transporte, en la educación y en varios centros de consumo comercial.
 
Todo parece indicar que esas marchas ya llegan a su final, tanto quienes reivindican situaciones genuinas y justificadas, como otras protestas que no tienen ningún asidero constitucional o válido en lo económico. Siempre, quienes paran tratan de perjudicar a los que no lo hacen o no los acompañan en sus peticiones. Es decir, hay unos actores pasivos y otros activos. Y lo peor de esta dicotomía es que siempre ganan los activos, pues logran para sí (entiéndase su sector económico) soluciones de las arcas nacionales, las cuales las llenamos todos con nuestros impuestos. En pocas palabras, los pasivos le pagan las cuentas a los activos del mismo presupuesto. Insistimos: hay reivindicaciones justificadas, pero otras que no tienen nada que ver y no se compadecen con los demás colombianos.
 
¿Cuánto le costó a los colombianos el largo paro de la justicia? ¿Cuánto costó el largo paro de los carboneros del Cerrejón en términos de regalías? ¿Con qué porcentaje del presupuesto se comprometió el Gobierno Nacional para solucionar problemas externos de los cafeteros? ¿Cuánto le cuesta al país el constante cese de actividades en las universidades públicas? ¿En cuánto se cuantifica el paro agrario nacional? Y así sucesivamente. Se sabe que el paro de los camioneros, por ejemplo, siempre termina beneficiando a un gran empresario del transporte, o que las reivindicaciones de los cafeteros llenan los bolsillos de los caficultores de más de 100 hectáreas. El gran problema para las futuras generaciones son los compromisos a largo plazo que adquiere el Gobierno para salir de estas situaciones de hecho.
 
Los empresarios del campo, los industriales, los exportadores, los banqueros, los profesores, los jueces, entre otros sectores beneficiados en cualquier momento de la historia, no pueden asaltar el presupuesto general de la Nación para su propio beneficio en detrimento de los intereses de la mayoría. Asistimos por estos días a un peligroso proceso de desintitucionalización que le va a costar mucho dinero y bastante desarrollo a nuestros hijos.
 

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