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Balanza comercial con EE.UU.
EDITORIAL

Hablar de aranceles es solo el primer fogonazo

martes, 4 de febrero de 2025

Balanza comercial con EE.UU.

Foto: Gráfico LR

Una guerra comercial no declarada ya se siente en el panorama político, divisas, materias primas, renta fija, renta variable, en la ayuda económica y en seguridad regional

Editorial

No hay que perderse en la maraña informativa que se ha desencadenado desde el pasado 20 de enero cuando Donald Trump asumió de nuevo las riendas de la Casa Blanca. Para no perder de vista: es miembro del Partido Republicano, presidente número 47 de los Estados Unidos que mandará hasta enero de 2029. Anteriormente, ocupó el mismo cargo durante el 20 de enero de 2017 hasta el 20 de enero de 2021, como el presidente número 45, quien tuvo que lidiar con la pandemia.

Entre su arsenal, ha desempolvado los aranceles como arma más temida en un mundo agitado por el frenesí de una globalización a la que China, segunda economía del mundo, le venía sacando mayor provecho. Trump no ha completado un mes como presidente y ha puesto a bailar el mundo a su ritmo: una guerra comercial no declarada en pos de revitalizar a la primera economía del mundo.

Antes de posesionarse había advertido sobre subir aranceles a 25% a sus principales socios comerciales, México, China y Canadá; y como invitado no invitado al baile, arrodillando a Colombia -en solo ocho horas - luego del diferendo por las masivas deportaciones de indocumentados e ilegales, y convirtiéndose nuestro país en el chivo expiatorio de sus férreas políticas comerciales.

Ofrecer comprar a Groenlandia a Dinamarca, un país de la Unión Europea; reclamar la construcción del Canal de Panamá como argumento para sacar a las empresas de China, Taiwán y Singapur de la operación del paso interoceánico, son solo jugadas temerarias en un mundo que ha cambiado en su esencia, pero que lee muy bien, pues los problemas globales siguen siendo los mismos, más profundizados: caída en la población europea, comercio injusto con Asia, guerra en Europa oriental, tensión en Medio Oriente y una América Latina que ni quita ni pone en el concierto internacional.

El Trump de 2025 está recargado y ha entrado “con los taches” en un mundo que pedía a gritos liderazgo para tratar de solucionar problemas que se hacían crónicos. La imposición de aranceles a las importaciones de México, Canadá y China, y los efectos en los mercados, solo son el comienzo de acciones en pos de hacer que el mundo mire de nuevo a Estados Unidos.

Al igual que con Colombia, la tensión con México se ha suavizado a última hora después de que el gobierno socialista mexicano haya anunciado que las medidas se pospondrán un mes. La volatilidad en las bolsas de valores no se ha hecho esperar, las últimas jornadas están en rojo y con riesgo de extenderse; las medidas proteccionistas de Trump van a conseguir que el mundo copie su comportamiento y empiece a mirar hacia su interior a sustituir importaciones y desarrollar alianzas estratégicas.

Por ahora, todos los temores se han materializado: monedas débiles, acciones a la baja y materias primas un poco más caras. Colombia comenzó como un protagonista no invitado de piedra, sobre quien se escarmentó para que otros países aprendan, con el gran problema de que la economía local sí depende de EE.UU. casi en su totalidad, una situación que es apropiada si se solidifica la alianza entre los dos países; pelear con el motor de la economía global y garante de la seguridad regional es una decisión suicida para quienes no les gusta el estilo Trump, pero como son las cosas, es lo que es, y a Colombia lo beneficia.

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