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EDITORIAL

¿Fin a la era de los corredores de familia?

viernes, 2 de noviembre de 2012
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El caso Interbolsa pone en evidencia que el mercado secundario colombiano se creció y que las firmas familiares no van más

El caso Interbolsa pone en evidencia que el mercado secundario colombiano se creció y que las firmas familiares no van más

Pocas horas antes de ser intervenida por la Superintendencia Financiera, la firma comisionista Interbolsa se batía en los primeros puestos del corretaje colombiano, con operaciones que representaban más del 20% de un mercado en pleno crecimiento. Su éxito en el negocio de la compra y venta de acciones había sido levantado a pulso durante más de tres lustros, lo que había convertido a la firma en una de las joyas de la corona del mercado secundario. Siempre que las compañías del sistema financiero internacional hacían estudios sobre qué empresas comprar o cómo crecer de manera inorgánica en Colombia llegaban al Grupo Interbolsa con jugosas ofertas. Pero los tiempos cambiaron rápidamente y otros más audaces se adelantaron en la búsqueda de socio estratégico. Lo peor estaba por venir y al atractivo que brindaba Interbolsa se le pasó el aroma quedándose como una novia rechazada, vestida en la puerta de la iglesia y sin novios a la vista.

¿Qué le sucedió a la empresa bonita de la bolsa? Cometió muchos errores en menos de dos años; no solo escogió inversiones estratégicas de dudosa rentabilidad, sino que tampoco supo medir el tiempo de sus estrategias. Y si a estas dos cosas se le suma que no ‘cazó’ a ningún inversionista extranjero o local que le garantizara futuro a la empresa en el entorno Mila, el desenlace es el que ocurrió ayer. El sector financiero local le dio la espalda cuando más necesitaba liquidez, y las autoridades tuvieron que intervenir la firma de corretaje más importante de los últimos años.

¿Qué queda demostrado? Las firmas comisionistas familiares y sin capacidad de apalancarse por fuera del mercado secundario están cerrando un capítulo en sus vidas. El negocio cambió radicalmente y las compañías que no se vendieron, no se reinventaron o no encontraron un socio estratégico, no tienen un futuro en un mercado como el colombiano que se ha vuelto relevante en la región de cara al Mila, que busca operaciones integradas en México, Chile, Perú, y por supuesto Colombia. Si le echamos un vistazo al ranking de las firmas comisionistas nos damos cuenta que en pocos meses han subido a los primeros lugares en montos, operaciones, utilidades y demás indicadores, compañías filiales de bancos muy sólidos nacionales o extranjeros.

Esa es la triste realidad. Y si a lo anterior se le suma un mal gobierno corporativo, unos deficientes ejecutivos en la alta gerencia y una estructura de gobierno corporativo familiar, el desenlace no es distinto a lo que ocurrió ayer. No hay un efecto en cadena en el mercado secundario colombiano, como no hay un contagio o errores éticos que lamentar. Bien por las autoridades de control y vigilancia que intervinieron oportunamente.

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