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Entre Rodolfo Hernández Y Gustavo petro está el próximo presidente de Colombia, solo faltan pocos días para saberlo, los necesarios para afinar sus propuestas en materia económica
Quedan pocos días para conquistar los votos de más colombianos que apuesten por las propuestas de Rodolfo Hernández o Gustavo Petro, al tiempo que es tarea de los candidatos y sus equipos afinar, fortalecer y trabajar en metas megas en sus propuestas económicas especialmente. Incluso, debe haber más coherencia entre lo que dicen sus programas y lo que responden en entrevistas y redes sociales.
Solo tres temas económicos han sido dorsales y permanentes en la campaña presidencial: pensiones, petróleo e impuestos, asuntos que se han ido difuminando y creando confusión con el paso de los días, quizá intencionalmente pues la radicalización ideológica no da mucha claridad sobre lo que en realidad van a hacer con las reformas estructurales que el país necesita y que todos los gobiernos las han esquivado.
No son contundentes las propuestas reales sobre las políticas públicas a desarrollar desde el próximo 7 de agosto para mantener el crecimiento de la economía en dos dígitos, lo que a su vez generaría más empleo y bajaría a menos de tres millones los desempleados actuales. La inflación, que es el otro dolor de cabeza de los colombianos, pasa desapercibida o lo poco que se les oye a los candidatos es que van a aumentar la producción agropecuaria para reducir las importaciones, pero eso lleva tiempo y no hay explicación sobre el cómo.
El lío para ambos es que el tiempo se agota y los electores indecisos deben escuchar propuestas concretas, realizables y sin evasivas. Hay que bajar los precios los alimentos, pero cómo hacerlo en poco tiempo es lo que piden los consumidores, máxime cuando el próximo Presidente deberá ajustar el precio de los combustibles, que están congelados desde hace meses y el Fondo de Estabilización de Precios no aguanta un déficit mayor.
Hay que recordar que las firmas calificadoras de riesgo le quitaron a la economía colombiana el grado de inversión y es una obligación para el próximo Presidente recuperarlo y para ello debe bajar el déficit de 4% o 6% con el que recibe las cuentas, a máximo 2% o 3% en los años venideros, pero para conseguirlo tiene que hacer una reforma tributaria bien hecha que financie un presupuesto para 2023 y 2024 de unos $380 billones, una cifra histórica que no hace más que crecer, pues las necesidades del país aumentan y las obligaciones con la banca multilateral están por las nubes.
Es un imperativo afinar las propuestas porque las elecciones son ahora y hay cosas que necesitan un torniquete económico de cara a las obligaciones gubernamentales de pensiones, deudas, defensa y eficiencia administrativa. Ambos candidatos no son tradicionales ortodoxos, ni están respaldados por los partidos de siempre que han administrado a la Nación, por tanto, es absolutamente responsable que destapen sus cartas, se conozcan los próximos ministros, el pensamiento de sus equipos económicos, todo para que el sector productivo, la banca multilateral y las firmas calificadoras de riesgo tengan más claro cómo será el verdadero modelo económico de los próximos cuatro años, ojo, solo cuatro años que son apenas 48 meses. Es tiempo que se pasa volando y hay un Congreso extraño y variopinto, que no hará grandes reformas, pero se puede continuar o mejorar el camino del país económico y social.
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