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EDITORIAL

Es el momento de quitarle ceros al peso

lunes, 26 de febrero de 2018

El Fiscal puso el dedo en la llaga y justificó el cambio del peso para atacar la delincuencia cosa que es loable y quitarle los ceros es un imperativo.

Editorial

El Fiscal General de la Nación, Néstor Humberto Martínez, quien no solo ha sido ministro de Estado y alto consejero, sino también superintendente y codirector del Banco de la República, por no decir menos: es la voz más calificada para poner el tema del cambio del peso sobre el debate, que ojalá haya menos polémica y más efectividad en una acción que piden a gritos los banqueros, el Gobierno y ahora las oficinas de control y vigilancia del Estado.

El fiscal Martínez propone dejar sin valor económico las caletas y las fortunas ocultas de organizaciones ilegales y para ello ve en el cambio del peso una herramienta eficaz. Un nuevo peso -cuyo cambio en billetes y monedas no sumaría más de $800.000 millones- es una de las soluciones a la vista contra el crimen del lavado de activos, dinero proveniente de las más de 200.000 hectáreas de cultivos ilícitos y de los delitos conexos como secuestros, extorsiones y todas las lacras que han golpeado al país social y económico desde hace muchas décadas.

Hay miles de millones de pesos en caletas esperando la oportunidad para meterse a la oferta monetaria, entrar al torrente económico, una jugada delincuencial que distorsiona los precios y genera burbujas en las economías regionales. Si esta idea del Fiscal llega a buen puerto y cuanto antes, se le quitará un insumo a los delincuentes que tienen la capacidad de corromper con dinero. Si bien no es una solución estructural a todos los problemas que tiene el país, sí es un volver a comenzar para tomar controles directos sobre el circulante. La propuesta queda en manos del Ministerio de Hacienda (con el apoyo del Banco de la República) que debe presentar un proyecto de ley de iniciativa gubernamental, ojalá en marzo, para ser tramitado antes de que este gobierno llegue a su final, pues es una jugada que no da espera.

Y dicho sea de paso, es la oportunidad para quitarle los tres ceros al peso; corregir los errores de la última generación de billetes (caso denominación de $100.000) y modernizar todos los asuntos contables. Pensemos que un dólar no costará $3.000 sino $3,0, una sensibilización que vienen haciendo los restaurantes y muchos almacenes de ropa, que han optado por escribir la primera cifra en números y la segunda en letras, tal como se hizo con las dos últimas generaciones de billetes. Es un paso muy fácil de dar, pues tiene el camino del Congreso mediante un proyecto de ley de origen gubernamental y otro basado en la independencia del Banco de la República que bien puede liderar el tema con ayuda de la administración central, y que dicho sea de paso, es el camino más expedito para evitar la polarización, pues siempre habrá políticos en el Congreso interesados en atravesarse u obstaculizar la iniciativa, más si están patrocinados por caletas de dineros del narco, la guerrilla, la corrupción o los delincuentes organizados.

Como en todo lo monetario, hay unos riesgos en esta eventual movida económica que tienen que ver con las presiones inflacionarias que de la jugada se desprendan, como el tratar de igualar todo precio a un dígito cerrado, olvidando que existen los centavos, que hoy se han desvanecido en medio de las decenas y centenas del peso colombiano que bien aguanta una modernización. No es un tema para los candidatos es un asunto de gran despedida del presidente Santos.

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