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EDITORIAL

El teléfono roto de los bancos y el Emisor

viernes, 2 de febrero de 2018

Algo sucede entre las políticas monetarias, los bancos y los cuenta habientes, pues en tiempos de baja de tasas, el crédito sigue muy caro

Editorial

Hay un limbo entre el sector financiero, el Banco de la República y los cuenta habientes, que no son distintos a los usuarios bancarios o consumidores. La situación se explica de la siguiente manera: hace pocos días la Junta del Emisor se reunió para bajar la tasa de interés hasta 4,5%. Pocas horas después, la Superintendencia Financiera certificó que el máximo interés que podrá cobrarse en todo el país en entidades de crédito, establecimientos comerciales y cualquier persona, durante febrero, no debe superar 31,52% efectivo anual.

El punto es que la misma cifra en enero era de 31,04%, cuando las tasas de intervención eran más caras en 4,75%. Hacía mucho tiempo que no se presentaba este contra sentido, que mientras el Banco Central baja las tasas los bancos los suben. El mensaje que se envía a la economía es contradictorio y deja sin muchos elementos a las autoridades económicas.

Dicen los bancos que la demanda de crédito de consumo viene subiendo desde de finales del año pasado y en enero, al tiempo que se han encendido las alarmas por la morosidad en el sistema. En esta coyuntura, las entidades aumentaron sus tipos en varias líneas de crédito, justo cuando el Ministerio de Hacienda alababa la decisión de la Junta del Emisor de seguir con la política de expansión. ¿Qué está pasando? La situación no tiene que ver con una cosa distinta a la morosidad en el sistema y a la incertidumbre que mantiene en vilo el contexto político. Lo que menos quieren los bancos es entrar en una ola de retrasos en las obligaciones bancarias que puedan perjudicar la salud de las entidades y las agencias calificadoras se preocupen por la calidad de la cartera. Los bancos son las entidades que conocen de primera mano los ingresos de sus clientes y tienen más elementos para tomar decisiones. El otro aspecto más indirecto es la cabalgata alcista del petróleo y el oro, dos factores que pesan en la ecuación que le está pasando la factura al dólar que hoy está en sus mínimos de hace más de 30 meses. Lo más importante en este momento es entender que la salud económica del país es directamente proporcional a la lozanía de las finanzas del sistema financiero. De nada vale empujar al Emisor para que siga con sus políticas expansivas si este dinero se represa en los bancos y no llega a los cuenta habientes en forma de créditos baratos. Es un momento de prudencia en el que se necesitan más elementos para entender qué va a pasar durante el primer trimestre.

El Reporte de la situación del crédito en Colombia que elabora el Banco de la República es un documento clave para tener más elementos de comprensión de lo que está pasando, y sobre todo, para mirar en detalle el limbo o la zona gris en la que han entrado las tasas de interés. El porcentaje de bancos que reestructuró créditos aumentó durante el último trimestre del año pasado, la situación venía desde antes, y ya son casi nueve de cada 10 bancos los que están rediseñando o reestructurando las deudas de sus clientes. Las exigencias para los créditos de vivienda se han endurecido, motivo por el cual las cosas en la construcción no cogen vuelo. Todo el panorama hace pensar que el cierre de los datos de crecimiento económico del último trimestre no será el que con optimismo se esperaba, pues el comportamiento del crédito y de los bancos con sus clientes nos da elementos elocuentes de que la incertidumbre se mantiene.

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