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La semana pasada fue el grito de la textilera Fabricato y esta es el de Arturo Calle, dos empresas locales que llaman la atención por el sector
La semana pasada la tradicional textilera colombiana, Fabricato, otrora envuelta en la trama Interbolsa, lanzó un S.O.S. al Gobierno Nacional sobre su situación y la crisis de mercado en el que se encuentra. Y esta vez, el turno es para la empresa confeccionista Arturo Calle, que sale a explicar que dejará de contratar casi medio millar de empleos indirectos u ocasionales por fuerza mayor, pues el consumo no está para generar más trabajos. Son dos caras de la misma situación, una empresa textilera y otra confecionista, que si bien pertenecen al mismo segmento, se encuentran en algún punto de la cadena textil-confección.
Los problemas de contrabando ordinario y técnico son trasversales a Fabricato y Arturo Calle, y en contrarrestar ese problema sí tiene mucho que ver el Gobierno Nacional, pues las medidas de control y vigilancia han sido tímidas en un sector muy sensible a la entrada sin pago de impuestos de telas y confecciones, provenientes de los países de la cuenca del Pacífico.
En el caso específico de Fabricato, que suspendió producción hasta mediados de septiembre, se le aconsejó en su momento (en este mismo espacio) aumentar la competitividad frente a las alternativas que tienen los compradores de telas. Máxime cuando se viene la temporada de mayores ventas que se realizan en los últimos cuatro meses del año; claro está que es un deber del Estado colombiano proteger del contrabando a una industria como esta que genera importantes puestos de trabajo y genera bienestar. Por el lado de Arturo Calle, es un imperativo que la empresa entienda y estudie más el nuevo entorno de consumo local, ahora expuesto a otras competitivas marcas extranjeras que son más atractivas a los grandes consumidores de ropa, como son los millennials (1984-1999) y la ropa de temporada, que diversifique en sus marcas y segmentos, sin perder de vista el segmento masculino que los ha hecho fuertes por muchas décadas en todas las ciudades.
Para nadie es un secreto que marcas como Zara, Mango, Forever 21 y ahora H&M, se han abierto mucho espacio entre los más jóvenes y que los consumidores más veteranos siguen aferrados al concepto de ropa duradera. Mientras un joven puede estrenar varias veces al año, un consumidor Baby Boomer o Generación X compra cuando exista la necesidad o estrena ocasionalmente. El problema del sector textil-confecciones tiene dos aristas: los confeccionistas no trabajan el mercado local porque el contrabando técnico y la subfacturación destruyen cualquier intento de producción local o el mantenimiento del mismo. Hay prendas que son fabricadas en China, pero que entran por Ecuador o Panamá, con los que Colombia tiene acuerdo, y de esta manera no pagan arancel. La Cámara Colombiana de las Confecciones dice que hay una triangulación de países para que esas prendas hechas en China entren a precios bajos. El contrabando técnico tiene que ver con que de las 108 millones de prendas que entraron a Colombia en el primer trimestre según cifras de la Dian, 50% es de contrabando. La otra manera de ingresar es que alteran el peso de las prendas para pagar 90 centavos de dólar. Está claro que el Gobierno debe ayudar a ser más competitivos para poder exportar. El dato más elocuente de esta ayuda es que del total del empleo de textiles y confección: 85% lo generan las fábricas de confección.
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