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EDITORIAL

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jueves, 10 de enero de 2013
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Las tarifas de los taxis deben ser reguladas en todo el país para poner en cintura a los transportadores inescrupulosos

Las tarifas de los taxis deben ser reguladas en todo el país para poner en cintura a los transportadores inescrupulosos
 
Con el nuevo año se viene una cascada de alzas en varios productos y servicios que no están al alcance de la regulación o el control efectivo de las autoridades para reglamentarlos y vigilarlos, o que simplemente se escapan de las leyes naturales de la competencia por la particularidad de sus mercados y servicios. Uno de ellos es el precio de las carreras de los taxis en las ciudades colombianas y en muchas poblaciones más populosas. Para nadie es un secreto que algunos empresarios que transportan pasajeros urbanos y muchos taxistas individuales, abusan de sus tarifas y el costo beneficio para los usuarios es muy alto, a tal punto que cada vez con mayor fuerza se abre paso el mototaxismo como una alternativa de precio, especialmente en las ciudades y poblaciones de la costa caribe colombiana y varios municipios del interior.
 
El control y la vigilancia para que se preste un buen servicio es tarea del Ministerio de Transporte y la superintendencia del ramo, oficinas que deben estar al pie de las secretarias de movilidad o de tránsito y transporte para que no se abuse de los consumidores. El precio del galón de gasolina ha bajado en los últimos meses de una manera notable, pero las carreras en taxi suben al ritmo de la inflación, incluso hay ciudades en donde las alzas son escandalosas. El mayor problema hoy por hoy, tiene que ver con la falta de unificación de argumentos para fijar las carreras mínimas en toda Colombia, lo que se ha convertido en una ‘ley de oeste’ decir cuánto cuesta una carrera mínima en ciudades y poblaciones donde no existen los taximetros o no son obligatorios.
 
Mientras en Bogotá, la carrera mínima cuesta $3.500 a la luz de las alzas de enero de este 2013 que ya arrancó, en ciudades como Popayán, Neiva o Manizales ese mínimo es de $4.500. Y no hay poder establecido que logre poner en cintura a las personas naturales o jurídicas que prestan el servicio y que cobran esas sumas en ciudades donde la movilidad no es un gran problema y las distancias son cortas. Como siempre sucede en Colombia -y hacemos un llamado a las autoridades locales y regionales- hay que recobrar la institucionalidad, la importancia de la autoridad para que no se abuse de los consumidores. Es menester de las superintendencias responsables y de las secretarias velar para que este tipo de distorsiones no se presenten, y que su falta de vigilancia engendren servicios paralelos, sin medidas de seguridad y bastante anárquicos como los mototaxistas.
 
Esa economía de bolsillo también es importante que se vigile y que se cuide. Insistimos en que no hay razón para que las carreras de taxi suban irrazonablemente si la gasolina bajó y el costo de vida sólo creció un 2,44% en todo el país.
 

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