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La transición energética es una realidad que toca a la puerta del petróleo, sector que no puede sentarse a esperar que se vayan cerrando mercados por las transformaciones
Son muchas las voces calificadas que han salido a criticar y oponerse a la operación de compra interinstitucional de ISA por parte de Ecopetrol, más allá de las interpretaciones políticas y de las justificaciones de motivos fiscales, es un negocio que tiene un sentido estratégico si se mira que la gran petrolera nacional está obligada a transformarse para enfrentar la economía de las próximas décadas, si no quiere convertirse en un barco encallado en el siglo XX.
El sector petrolero colombiano debe aprender en cuerpo ajeno del drama que experimenta el carbón, el otrora energético de capa caída que le dio grandes ingresos al país y generó millonarias regalías para las regiones productoras. Es un hecho inocultable que el auge de las energías renovables más limpias a nivel global, los bajos precios del gas natural y las estrictas políticas climáticas en los países desarrollados, son los auténticos jinetes del Apocalipsis carbonero.
La Unidad de Planeación Minero- Energética, Upme, ha advertido sobre el futuro del carbón que “China verá una reducción anual de 1% en su demanda a 2035, en línea con políticas ambientales más estrictas, mientras Estados Unidos experimentará una leve disminución en su demanda a 2035 (...) el descenso en la oferta tenderá a ser más importante que el de la demanda, por lo que se espera un mercado con un superávit promedio de 46 millones de toneladas durante el periodo 2018-2035”. En pocas palabras el carbón ya no tiene el sexapil de hace décadas.
Todas las empresas minero energéticas deben atender la transición energética para no enfrentar el incierto panorama del carbón que busca afanosamente mercados y herramientas financieras para mantenerse a flote en el mercado internacional, una tarea bien complicada si se tiene en cuenta que el calentamiento global, el efecto invernadero, la huella de carbono y el cuidado del planeta empieza a ser una suerte de mantra de las nuevas generaciones. Hay un plan global en marcha de ‘descarbonizar’ liderado por la Agencia Internacional de la Energía, que busca reducir la participación de la generación de energía a carbón de 40%, en promedio, a tan solo 5% en las próximas dos décadas.
¿Qué va a hacer la industria petrolera? Y de paso la economía colombiana tan dependiente de la venta de crudo. El punto no es abandonar la gallina de los huevos de oro, hay que exprimirla hasta que se pueda, el problema dorsal es que hay que enfrentar el imperativo de diversificar las exportaciones, antes de que sea tarde. Ecopetrol está avanzando en su portafolio de energías renovables y con la compra de ISA, seguramente dicha decisión se profundice y gire para el lado de la infraestructura, pero gran problema son las finanzas estatales que no tendrán los jugosos dividendos de la empresa mixta.
Según el Ministerio de Minas, cerca de 5% del PIB es generado por el sector de hidrocarburos, que ha aportado más de $153 billones en ingresos fiscales en los últimos nueve años. Por tanto, la sustitución debe empezar a ser tarea de este Gobierno Nacional y de los líderes económicos. No se trata de caer en escenarios populistas que justifican sembrar aguacates o vender más tilapia, la idea es ser el sello a una economía de servicios de emprendimiento multilatino y un hub financiero para la cuarta revolución industrial, pero para lograrlo se debe crear un contexto, un ambiente propicio para la verdadera nueva economía.
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