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Los buenos precios del café completan año y medio, época de vacas gordas que deben aprovechar los cultivadores del grano para ahorrar y para desmontarse de los subsidios
El sector cafetero vive uno de los mejores momentos de la historia reciente, los precios en los mercados internacional y local gozan de muy buen nivel y conveniencia para Colombia: la libra del grano en las distintas plazas bursátiles se ha mantenido por encima de los US$2,50 y la carga en las zonas dedicadas al cultivo hace meses está por encima de $2 millones e incluso en algunas oportunidades ha subido hasta $2,5 millones.
La Federación Nacional de Cafeteros ha aceptado que hay una bonanza de buenos precios y les aconseja a sus afiliados ahorrar e invertir en las plantaciones, pues vienen temporadas con más competencia. El buen momento se debe al problema climático que tuvo Brasil a finales de 2020 y mediados de 2021, a un golpe de sequía siguieron dos heladas que redujeron casi en 40% la capacidad del mayor productor para dar el grano, lo que disparó los precios de la bolsa. Se estima que en los próximos dos años, la mayor cosecha del mundo se recupere y los precios retornen a su comportamiento tradicional, lo que obliga a los caficultores locales a ahorrar.
Es cierto que el ahorro debe regir la bonanza cafetera para que el Gobierno Nacional pueda redirigir a otros cultivos los subsidios al precio que gozan los cafeteros cuando los costos están por encima del precio del mercado. La realidad es que es un momento de tranquilidad en términos de ingresos y de expectativas de precio para los que resta del año, no obstante, hay fuertes incrementos en los costos de producción, hay aumentos en los fertilizantes, la canasta familiar y de la mano de obra destinada a la recolección de café, factores que en ciertas regiones pueden equilibrar la mesa y hacer que no se cante victoria. La producción también ha caído por varias razones, a julio de este año la producción fue de 6,37 millones de sacos, mientras que en el mismo lapso de 2021 fue de 7,99 millones; la Federación mantiene el estimado de 12,5 millones de sacos en total. Lo ideal es que Colombia se mantenga en los 14 millones habituales para no incumplir compromisos internacionales.
Lo que hoy se está viviendo es una suerte de dèja vú experimentado entre 1975 y 1978, cuando las heladas golpearon la caficultura brasileña y la producción nacional fue la gran ganadora. Quien no recuerda la historia o no la conoce está condenado a repetirla y eso es justamente lo que puede ocurrir en estos momentos de precios convenientes. El ahorro es un imperativo para los cafeteros, así los altos costos de los fertilizantes, la escasa mano de obra y la inflación vayan en contravía. Si el buen dinero recibido no se guarda o invierte en competitividad, el país volverá a experimentar protestas, marchas y reclamos de cafeteros, que bien gozan cuando hay buenos precios, pero someten a las arcas nacionales cuando pasan tragos amargos.
La economía le debe mucho al café, cultivo que es una auténtico agente para disminuir la desigualdad social en la ruralidad colombiana. Ya lo hizo hace más de un siglo en el Eje Cafetero, convirtiendo la región en una de las más prósperas, ahora ese mismo fenómeno se experimenta en Huila, Cauca y Nariño, el “nuevo eje cafetero” que empieza a experimentar cambios sociales tras solo una generación detrás del grano. Colombia es café, el mundo está consumiendo más, no sobra remendar más planeación en tiempos de vacas gordas.
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