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EDITORIAL

Contrabando por Ecuador y Venezuela

viernes, 28 de febrero de 2014
La República Más
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El lavado de activos no ha muerto, e incluso, está más vivo que nunca, traspasa las fronteras andinas con facilidad.

Hablar en Colombia sobre el lavado de dinero y la entrada de mercancías de contrabando que compiten con la producción nacional, se ha vuelto un asunto de rutina, pero no por ello hay que bajar la guardia en el combate a estos flagelos, dañinos para la economía y para el sistema político, al ser instrumentos de financiamiento de actividades ilícitas. Aunque no se pueda desconocer que todavía el tráfico de drogas genera las divisas que luego usa distintos caminos en busca de su legalización, el país está expuesto a nuevos sistemas de quienes están dedicados a esas actividades y que cada día resulta más difícil detectar y enfrentar con las herramientas disponibles. 

Las fronteras de Ecuador y Venezuela están favoreciendo el lavado y el contrabando es un hecho contundente que no se puede ocultar y sobre los cuales debemos estar en máxima alerta. En el caso de nuestro vecino del sur, la dolarización de la economía desde hace varios años hace que sea muy difícil establecer controles sobre la entrada y salida de divisas, dado que es el medio de pago para las operaciones diarias. En ese orden, resulta frecuente que las transacciones ilegales se confunden con las legales. Con toda seguridad que las autoridades quisieran ser  severas, pero el sistema de pago limita esa posibilidad.

En el caso de Venezuela, la difícil situación cambiaria que atraviesa hace que los controles resulten laxos para impedir la entrada de divisas que el país reclama a gritos. Pero además, el abismal diferencial cambiario entre el valor oficial y el mercado negro permite hacerse rico en forma rápida a quien llega con dólares. Una parte significativa de esos dólares están entrando a Colombia a través de su salida ilegal o por la vía del contrabando de mercancías. No es fácil el tratamiento interno del fenómeno. Por eso preocupan las denuncias que hace el director de la Dian, Ricardo Ortega, pidiendo la colaboración para detectar movimientos sospechosos y abstenerse de operaciones en efectivo por montos increíblemente altos.

Algunos sectores de la economía están más expuestos a la infiltración de esos dineros. La construcción y el agro son muy propensos. En el primero a través del pago en efectivo del valor de los inmuebles, muchas veces inflando el valor de las propiedades, con el solo objetivo de legalizar las transacciones. Ingenuamente los vendedores creen hacer un gran negocio, pero la verdad es que se están asumiendo un gran riesgo que terminará exponiéndolos al rigor de las normas cambiarias y tributarias. En el caso del agro, hay verdaderas mafias traficando con insumos finca por finca, vendiendo los productos a precios muy por debajo de los del mercado. Muchos de esos insumos no llenan los requisitos técnicos para ser aplicados a los cultivos y también quienes los adquieren asumen un riesgo demasiado alto.

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