Toda inversión en el exterior es loable, pero los bancos deben también trasladar el bajo costo del dinero a sus usuarios
El término ‘multilatinas’ lo acuñó la revista América Economía en alguno de sus informes panregionales de hace un par de años, en donde plasmaba con detalles una moda que se convirtió en tendencia empresarial en Chile, Perú, Colombia, México y Brasil, de comprar mercado a través del crecimiento orgánico o inorgánico. Los bancos fueron los primeros en salir de compras dada la difícil situación de sus competidores europeos y estadounidenses, algunos de los cuales jamás se repusieron de la crisis hipotecaria de 2008.
Los banqueros chilenos se enfocaron en crecer en Argentina, Perú y Brasil comprando bancos baratos del viejo continente. Entre tanto, los banqueros colombianos: el Grupo Aval, el Grupo Bolívar, el Grupo Empresarial Antioqueño y el Grupo Gilinsky, hicieron lo propio en algunos mercados del cono sur y Centroamérica. Fue así como se hizo la operación más grande que un inversionista latinoamericano haya hecho en la historia por otra empresa de la región: el Grupo Sura del GEA se hizo con los activos pensionales de ING en una jugada que comprometió más de US$3.500 millones. Lo propio había hecho el Aval con Credomatic; el Bolívar (Davivienda) con algunos activos del Hsbc en mesoamérica; el Grupo Gilinsky (GNB Sudameris) con otros activos del Hsbc en Uruguay y Paraguay; y ahora se cierra la compra más costosa de un banco nacional (Bancolombia) por los restos del Hsbc en Panamá.
Toda una serie de jugadas empresariales sin precedentes que hacen agitar el orgullo empresarial patrio y robustecen nuestro sistema financiero que suma más de 10 millones de clientes por fuera de las fronteras. Sobra decir que Colombia cuenta con un sistema financiero sólido y de talla universal si se juzga por las últimas operaciones y si revisamos las últimas compras en el vecindario. Centroamérica se ha convertido en la última frontera bancaria del sistema nacional generando beneficios extras otrora nunca vistos. Pero siempre hay un ‘pero’ cuando se ven las cosas más allá de las cifras, y es el que tiene que ver con la responsabilidad social de los banqueros en su propio país.
Si bien las medidas adoptadas por el Banco de la República de aliviar los intereses de intervención en menos de 90 días y pasar de una tasa del 5% al 4%, eso mismo no se aplica desde los bancos comerciales o de primer piso, para con los cuenta habientes. El Gobierno Nacional y las autoridades económicas están enfocadas en que la economía no siga cayendo a niveles inferiores del 3,5%, y para tal efecto le han apostado a que el consumo de las familias sea la verdadera ‘locomotora de la economía’, pero nada de eso se puede lograr si los bancos no ayudan a bajar las tasas y sean corresponsables de la recuperación económica. Ojo a la RSE.