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Acceso histórico de Colombia a la LCF
Haces meses que no hay una visita del jefe de la cartera económica a la banca multilateral y las consecuencias se evidencian en el acceso a los créditos necesarios para pasar la crisis
Es cierto que la actual administración central está lidiando con uno de los millonarios créditos que la banca multilateral le otorgó a Colombia para que pudiera atender la crisis sanitaria de la pandemia, y que dicho dinero es uno de los más caros de la historia reciente, pero también es cierto que se tuvo acceso a ese empréstito de unos US$5.000 millones porque los jefes de la economía colombiana, del momento, no solo gozaban de buenas relaciones con el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo o Corporación Andina de Fomento, sino que conocían el funcionamiento del sistema financiero de Washington, al que acuden los países para financiarse cuando las arcas nacionales están más que apretadas; igual que cuando una persona o una familia pide un préstamo o dinero adelantado con su tarjeta de crédito, como última alternativa para salir de una mala hora.
Hoy las afugias del Gobierno Nacional están sobre la mesa: hay poco recaudo, el crecimiento es bajo y no hay mucho ambiente político en el Congreso de la República para pase una reforma tributaria, y la única alternativa es el adecuado endeudamiento; de allí a que la noticia de que el Fondo Monetario Internacional pausara el acceso a una línea de crédito flexible de US$8.100 millones cayera como un baldado de agua fría; a lo que se suman las preocupaciones sobre el creciente déficit presupuestario que puede ser 8% al terminar el año, una cifra sin precedentes y que recuerdan la crisis derivada de la pandemia.
El coletazo de la decisión del FMI fue que los bonos colombianos en dólares cayeran, con notas con vencimiento en 2035, que bajaron 1 centavo, hasta aproximadamente 100 centavos por dólar, según las cuentas de Bloomberg. El peso se debilitó 0,8%, liderando las pérdidas de la canasta de las economías emergentes.
Suspender el acceso a la línea de crédito es igual a que si un banco decide frenar una línea de crédito rotatorio, de libre inversión o que reduzca el cupo de la tarjeta de crédito corporativa a una empresa o a un cuentahabiente que no ha demostrado estabilidad en sus ingresos o mal manejo de su dinero. El Gobierno colombiano tiene muchas presiones fiscales derivadas del mayor gasto estructural y la sobreestimación de los ingresos en medio de un recaudo que no es el mejor y de bajo crecimiento de la economía.
En la historia financiera internacional se han sucedido en repetidas ocasiones estas mismas situaciones, pero los responsables de las finanzas gubernamentales se han movido y organizado una agenda en Washington y han hecho el rally financiero que toda administración responsable realiza. Es inaudito que los encargados de las finanzas públicas -llámese ministros de Hacienda- no hayan ido a la capital financiera de los países, donde reside la banca multilateral, y solucionado este tipo de situaciones o nocivos aplazamientos de dinero ya aprobados.
El Ministerio de Hacienda no está hecho para atender congresistas ávidos de puestos y contratos, su rol y función es velar por las sanas finanzas públicas, mantener una buena relación con la banca multilateral y las firmas calificadoras de riesgo que al final son las que avalan la inversión extranjera de calidad. Como nunca había sucedido en Colombia, a la cartera económica actual le está faltando mucho mundo y conocimiento del devenir financiero de los países.
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