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ANALISTAS

Un paréntesis

martes, 25 de octubre de 2016
La República Más
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El Presidente Santos ha tenido  la confianza de encomendarme la dirección del grupo negociador del Gobierno con el ELN, cuya fase de diálogos públicos se inician en Quito este 27 de octubre, luego de casi dos años  de contactos  confidenciales. 

He aceptado este difícil  desafío con entusiasmo, con la mejor buena voluntad, y con la esperanza de poder prestar  un concurso  a ese gran propósito nacional  que es la búsqueda negociada  de la paz. De la que  tanto depende el futuro de Colombia.

El inicio de  los diálogos públicos que se inician con el ELN, aunque difíciles  y complejísimos  -a mil títulos como a nadie escapa-,  está encaminado a redondear el proceso de reconciliación nacional  en lo que se ha denominado la “paz completa”.

Como es entendible, una columna de opinión  como la que generosamente se  me ha brindado en  este medio de comunicación, resulta a la postre incompatible con las responsabilidades  que asumo a partir de esta semana. 

Una columna de opinión respetuosa con la verdad y con los lectores, como la que he procurado mantener en los últimos tiempos, requiere la capacidad  para estar  comentando  semanalmente- con plena independencia- los más variados  aconteceres de de la vida nacional. 

Esa tarea de opinar   entra o  puede  entrar  eventualmente en conflicto,  con las exigentes responsabilidades    y con la discreción que corresponde mantener en todo momento al  jefe de un  equipo  negociador  con la subversión. Sus comentarios desde una tribuna de opinión podrían ser  mal interpretadas o afectar negativamente el delicado proceso que se inicia esta semana con el ELN.

Por tal razón debo declararme en receso. No sin agradecer a los directores de este medio, y por supuesto,   a ustedes  amables lectores (estuvieran o no de acuerdo con lo que desde  esta columna se ha venido escribiendo), por su paciencia y benevolencia.

Estamos viviendo en Colombia momentos cruciales y difíciles que, si los manejamos bien y con grandeza, deben  abrirnos caminos  para encontrar un horizonte de tranquilidad y de concordia nacional. Y alejar  así definitivamente  el espectro de la guerra interminable en nuestro país.

 De una parte, a partir de los resultados del  plebiscito del pasado 2 de octubre  estamos  ante la imperiosa responsabilidad de encontrar  fórmulas que, respetando los resultados del plebiscito y  al mismo tiempo las estructuras jurídicas y constitucionales del país, nos permitan arribar ojalá con prontitud a un acuerdo revisado de paz con las Farc.

Pero de otro lado, la paz quedaría incompleta si no se encuentran también  fórmulas  y acuerdos que permitan incorporar  a ese gigantesco propósito de paz al ELN, segunda fuerza subversiva del país en importancia.

A este propósito debo vincularme  con todo empeño y dedicación  a partir de esta semana. 

Muchas gracias a todos ustedes.  

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