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Tumaco

viernes, 19 de julio de 2013
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Con un déficit inmenso en servicios públicos  básicos, como el de agua potable y energía en muchos casos, y a pesar de sus enormes caudales hídricos, los municipios del pacífico viven un drama social enorme, agravado por la ausencia de vías de penetración que, en condiciones aceptables, los comuniquen entre sí y a estos con el interior del país. Además, padecen de un sistema de salud paupérrimo, una educación de baja calidad, precaria inversión pública y por si esto fuera poco, deben soportar una alta criminalidad derivada del narcotráfico y de la minería ilegal, que está depredando el ecosistema y la biodiversidad de esta bella región de la patria.

 
Tumaco ha sido uno de los municipios más dinámicos y productivos del pacifico, llegó a tener hasta treinta y seis mil hectáreas sembradas de palma africana; este único renglón agrícola producía más de 20.000 empleos. Después de la enfermedad del cogollo que se extendió como una plaga desde el año 2006, se perdieron todas las hectáreas cultivadas lo que significó pérdidas por más de US$350 millones y de aproximadamente 20.000 empleos. 
 
Según datos de la Corporación para el Desarrollo Agroempresarial de Tumaco (Cordeagro Paz), la cobertura de servicios públicos en este municipio llega a solo el 31% de la población, en tanto que en Colombia se cubre el 93% de estos servicios; el analfabetismo alcanza el 17% en relación al 7% del país; el desempleo y el subempleo llega al 40% y el déficit de vivienda digna urbana llega al 53%; el 65% de la población tiene régimen de salud subsidiado, el 23% pertenece al régimen contributivo y el 12% no cuenta con servicio de salud. La población desplazada de la zona rural y municipios vecinos de Tumaco, según informe del Departamento para la Prosperidad Social, a diciembre de 2011 es de 47.000 personas, y la población que sale de Tumaco buscando refugio en otros partes del país es de 15.495 personas. 
 
A pesar de sus cultivos tradicionales de palma y de las diez mil hectáreas de cacao, cultivo al que se dedican campesinos, al igual que pequeños y medianos empresarios, las siembras de coca siempre han hecho presencia y hoy tienen casi seis mil hectáreas sembradas. El impacto de la violencia generada por el fenómeno del narcotráfico ha derivado en organizaciones criminales que se dedican a la extorsión y a mayores crímenes como el homicidio, lo que ha traído entre muchas otras cosas el cierre de establecimientos comerciales y el abandono de la actividad agrícola. Para citar solo dos ejemplos: Cordeagro Paz, cuya misión es identificar, promover, concertar, gestionar y gerenciar proyectos agro empresariales dirigidos a unidades familiares, urbanas y rurales de escasos recursos económico a través de la asistencia técnica integral, debió padecer la semana pasada el asesinato de Hilton Correa, uno de sus técnicos, a causa de la negación de la corporación a pagar extorsiones. Hoy sus 40 técnicos, quienes prestan asesorías a los pequeños agricultores de las zonas rurales están amenazados y sus actividades semiparalizadas.
 
Casa Luker que se dedica al procesamiento y comercialización del cacao, debió cerrar su agencia en Tumaco después de 40 años de presencia por las constantes amenazas de las que son presas la mayoría de las empresas y comerciantes del municipio.
 
La triste realidad de Tumaco se reproduce aún más agravada en la mayoría de otros municipios del Chocó y del Cauca, en los cuales, a diferencia del municipio nariñense, no hay ninguna clase de agricultura, abundan las siembras de coca y están a merced de la guerrilla y las bandas criminales. 
 

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