.
ANALISTAS

Sin cuentas no hay paraíso

miércoles, 11 de febrero de 2015
La República Más
  • Agregue a sus temas de interés

Como escándalo la filtración de la Lista Falciani, el llamado “Swiss Leaks”, es de los gordos. Ya sabemos que a 106.000 personas de 203 países les dio por guardar más de US$100 millardos en la sucursal suiza del HSBC y no precisamente porque les guste el fondue de queso.

Dentro de los felices ahorradores del HSBC hay empresarios, actores, realeza, jueces, líderes religiosos, deportistas y por supuesto políticos. Algunos de ellos de origen humilde, como Alejandro Andrade, guardaespaldas del difunto Comandante Eterno y director del Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela, un verdadero ejemplo revolucionario de frugalidad quien a punta de ahorritos convirtió su sueldo de 8 mil bolívares mensuales en US$698 millones.

Sin embargo, fuera de los detalles morbosos del asunto (Elle McPherson, US$12.2 millones, Fernando Alonso, US$42.3 millones, el Rey Abdullah II, $41.8 millones y así) las revelaciones de la Lista Falciani generan profundas preocupaciones. 

La primera es la ubicuidad de los paraísos fiscales. La sucursal del HSBC hackeada no es la ni punta del iceberg del problema. Hay por lo menos 60 jurisdicciones que se pueden clasificar como centros financieros off shore cuyo principal atractivo es que no hacen muchas preguntas, no tienen muchas leyes y no pagan impuestos ni por equivocación. 

Desde hace más de una década la Ocde y el G7 han intentado poner a raya la proliferación de estas jurisdicciones con resultados mixtos. El intercambio automático de información tributaria sigue siendo una quimera y el registro público de beneficiarios reales ciencia ficción. Se ha avanzado algo en el control de lavado de activos y financiación al terrorismo a través de mejores prácticas de conocimiento del cliente, pero como lo demuestra el caso del HSBC la mera buena voluntad no es suficiente.

La segunda es que por esta razón algunos países han tomado la justicia en sus propias manos, notablemente el más poderoso de todos,  Estados Unidos. El Fatca es la respuesta imperial a la opacidad tributaria del mundo off shore y una solución odiosa pero brutalmente efectiva para evitar la evasión fiscal.

La lógica va algo así: le aplico mi ley a mis ciudadanos sin importar donde estén y le aplico mi ley a todos los extranjeros que estén en mi país, así tengan solo una cuenta bancaria. Si esos extranjeros le colaboran a mis ciudadanos en cualquier parte del mundo a violar mis leyes fiscales los castigo a los dos y sanseacabó. 

A pesar de las críticas Fatca ya es una realidad y es muy posible que los europeos sigan el ejemplo, lo que me lleva a tercer punto. De hecho, mirando la lista de ahorradores felices del HSBC no puede uno dejar de pensar que el pago de impuestos en el mundo globalizado contemporáneo se ha vuelto para los de ruana. 

Abrir una sociedad mercantil y una cuenta bancaria en el un paraíso fiscal es tan fácil como conseguirse un abogado que sepa llenar un formulario y haya viajado en avión. En el caso colombiano ni siquiera tiene que hablar inglés porque a la vuelta de la esquina tenemos a Panamá, el paraíso fiscal que no es paraíso fiscal, donde oficialmente los colombianos tienen depositados US$6.5 millardos y que es el principal destino de capitales nacionales “invertidos” en el extranjero.

Volviendo al fondue suizo sabemos que en la lista del HSBC hay 286 compatriotas con depósitos por la nada despreciable suma de US$276 millones, más de medio billón de pesos. La Dian acaba de anunciar que solicitará cooperación de las autoridades francesas para intercambiar información, pero más que eso el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos debería desde ya revelar los nombres de los personajes involucrados. Así sea por la sola diversión de oír las explicaciones cantinflescas de los abogados.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA