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ANALISTAS

Los retos que enfrenta la eurozona

martes, 13 de marzo de 2012
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La zona euro enfrenta varios retos a resolver que de no enfrentarse de una manera decidida podrían llevar al colapso del euro en el largo plazo.

La primera tiene que ver con la etapa final en la unificación plena de la Unión Europea. Para que una unión económica y monetaria tenga éxito, no solo se requiere de la unión monetaria, también la unión económica plena es fundamental, y ésta requiere que se unifiquen políticas fiscales. No hay duda de eso. Pero una unificación de políticas fiscales requiere que la Unión Europea funcione como un solo país.

Es decir, que exista una distribución del ingreso de zonas ricas (centro) hacia zonas no tan adineradas (periferia) y que, por ejemplo, se emitan eurobonos respaldados por toda la unión y no solo por los países individualmente.

Sin embargo, los intereses políticos de cada país están por encima de los comunes y los nacionalismos impiden la unión económica plena. Esto tiene su lógica; a  los trabajadores alemanes que pagan altos impuestos para su bienestar no les gusta la idea de que parte de estos recursos sirvan para financiar la deuda de Grecia o de España.

Además, la burocracia interna de cada país, manejada por la maquinaria política,  siempre tendrá sus intereses en el manejo fiscal, para bien o para mal. No es fácil que los políticos locales acepten que las políticas fiscales sean manejadas desde Bruselas o desde Berlín.

Una cuestión es clara, si las políticas monetarias y cambiarias son unificadas, también deben existir políticas fiscales unificadas, y esto requiere cambios en la forma de pensar de los ciudadanos y políticos europeos. Cosa nada sencilla de resolver.

Un problema aparte es cómo lidiar con la "trampa de liquidez" que acosa a la zona euro, al igual que a Estados Unidos y a Japón.

Una consecuencia clara de la trampa de liquidez es que, dado que el arsenal vía tasas de intervención no funciona, la opción es la recompra de bonos de deuda por parte del Banco Central Europeo (BCE), que está dirigido a calmar a los mercados y a crear préstamos directos a los bancos en problemas para mantener la liquidez.

Recientemente, el BCE abrió una línea de liquidez directa a los bancos por 700 millones de euros al 1%.

Lo que resulta de lo anterior es que por las consecuencias de la trampa de liquidez, se privilegia la ayuda al sector financiero, mientras que al sector real, que es el que genera empleo y producción, se le aprieta el cinturón vía aumento de impuestos o disminución de salarios. Al sector real, que es el principal generador de ingresos de los países y del cual depende el futuro pago de deuda, se le disminuye la capacidad de generar ingresos. Es como si a un anémico se le saca sangre para que se mejore.

Otro problema a solucionar es la baja competitividad comercial de los países de la periferia (Grecia, Portugal, España e Italia). Desde que se estableció el euro como moneda única en 1999, Alemania y Francia han fortalecido la competitividad de sus exportaciones, pero no alcanzan a compensar el déficit comercial de los otros países miembros.

La solución obvia sería devaluar el euro, pero las políticas cambiarias dependen del BCE y no de cada país individualmente.

Por lo anterior algunos economistas piensan que una salida temporal del euro para que los países en problemas devalúen sus monedas originales y sean más competitivos, sería una lógica salida al dilema de la falta de competitividad.

Un gran problema final para Europa es su dependencia del petróleo extranjero. Un país como Libia, que enfrentó recientemente un conflicto interno, e Irán, que está en líos con Israel y Estados Unidos, son exportadores de petróleo hacia Europa y especialmente hacia los países en problemas de deuda.

Un  posible conflicto en oriente medio dispararía el precio Brent, de referencia para Europa, que en estos momentos fluctúa alrededor de US$125 dólares el barril.

Aunque la "primavera árabe" por un lado ha fortalecido la democracia en algunos países, por otro lado ha aumentado el precio del petróleo Brent, lo que aumenta el riesgo de default de la deuda de los países altamente dependientes del petróleo de oriente medio.

Los retos para la Unión Europea son grandes y nada fáciles de solucionar.

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