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ANALISTAS

Los impuestos que nos rondan

lunes, 24 de septiembre de 2012
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Llegó el turno para los impuestos, un tema que la actual administración todavía no ha estrenado y que según anuncios del Gobierno saltará a la palestra a partir de la próxima semana, cuando sea presentado formalmente ante el Congreso un nuevo proyecto de reforma tributaria.

A nadie le gustan los impuestos. Todos tenemos que pagarlos en sana ley. Pero ninguno quiere cargar con los tributos que deberían ser una obligación equitativamente repartida, controlando la evasión y cerrando las puertas a la elusión. Es decir que a todos nos toque, o como decía un ilustre candidato presidencial y ex alcalde de Bogotá “que todos pongan”.

Hay consenso en que la reforma tributaria debe evitar a toda costa afectar el bolsillo de los consumidores con menores ingresos, pero no hay claridad sobre cuánto de esa reforma contendría nuevos tributos para financiar el proceso de paz.

El presidente Juan Manuel Santos, como ministro de Hacienda que fue, tiene claro que se necesita guante de seda para impulsar el tema en este Congreso, especialmente después del problema que quedó planteado con el fracaso de la reforma a la Justicia.

Pero Santos tiene un arma secreta que podría funcionarle. Se trata de su ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría; curtido y recorrido en varios gobiernos desde las carteras de Comercio Exterior, donde recibió el bastón de mando del propio Santos y por los ministerios de Transporte y Minas.

A Cárdenas le toca pedalear en el Capitolio un nuevo proyecto de reforma tributaria y ser serio en el anuncio de que sólo redistribuirá las actuales cargas, organizará el sistema tributario y no le subirá el precio al sancocho, es decir no habrá IVA a la canasta familiar. Su antecesor llegó a proponer un gravamen del 5% en algunos alimentos.

Harina de otro costal, pero bien polvorosa es la fallida propuesta de la aplicación de la retención en la fuente a salarios de menos de $2.5 millones de salario mensual, al igual que el reciente anuncio de que habrá reducción de impuestos en los combustibles para disminuir el precio de la gasolina.

Un tema difícil de entender, si es que se concreta dentro de la propuesta, es si en diciembre, cuando se espera haber aprobado el proyecto anunciado, el Gobierno tiene claro cuánto necesita para financiar la reinserción de los guerrilleros y todos los gastos que contraería el proceso de paz con las Farc.

Nada raro sería que para ese tema la reforma disponga que el actual “temporal” impuesto al patrimonio se convierta en definitivo para tapar el hueco que se abra con los gastos de la paz. En Colombia todos los impuestos provisionales se convierten en permanentes.

Hoy, al Gobierno le toca reducir el déficit fiscal, aprovechando los buenos vientos de la economía doméstica, en medio de las malas nuevas de nuestros ricos y poderosos socios comerciales como Estados Unidos.

Además hay que tener en cuenta que falta algo más de un año para que se acabe el impuesto a las transacciones financieras que “temporalmente” se inventó el hoy ministro de Agricultura, Juan Camilo Restrepo, a su paso por el Ministerio de Hacienda, pero que se quedó.

La reforma tributaria, bien pensada y con los hilos coordinados podría convertirse en un estatuto tributario, como lo han pensado los últimos gobiernos. Pero hay que pisar con cuidado ese terreno, para que su paso por el Congreso no se convierta en una colcha de retazos.

Hay que extremar los cuidados para que la futura ley sirva para solucionar  problemas actuales y que después no se le eche sólo la culpa de las fallas a las célebres comisiones de conciliación donde nadie se responsabiliza de los cambiazos.

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