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En recientes declaraciones, los voceros de las Farc en La Habana, han sido enfáticos al expresar que la firma de la paz está lejana. Le han reclamado incluso al presidente de la República su conocida intención de hacernos creer que “la firma de la paz está a la vuelta de la esquina”.
Han expresado los voceros del grupo subversivo que el desminado anunciado con bombos y platillos por el presidente de la República, no tendrá la colaboración de miembros de ese grupo, hasta tanto no se dé el cese al fuego bilateral.
Como es costumbre en la estrategia de las Farc, cada vez que consiguen un logro, en este caso la suspensión de los bombardeos por parte de la Fuerza Aérea, exigen más, y el Gobierno del presidente Santos, no sabemos si con ingenuidad o complacencias, cede a sus pretensiones.
La suspensión de los bombardeos por parte de la Fuerza Aérea, en la práctica detendrá el avance del Ejército por tierra pues, aquella abría y limpiaba el camino de sus operaciones. La Fuerza Aérea fue un apoyo fundamental para limpiar con el impacto de sus bombas, los campos minados y para dispersar al enemigo.
La suspensión de las operaciones aéreas que son las que han permitido inclinar la balanza de los combates y del conflicto bélico a favor de la Fuerza Pública, es un golpe demoledor a las operaciones terrestres del ejército colombiano y seguramente a la moral de sus tropas. Razón quizás tengan los voceros de La Habana en expresar que la firma de la paz aún está lejos y en reclamarle al presidente Santos su permanente postura de hacerle creer al país que la firma de la paz en inminente.
Recordemos que el compromiso de las dos partes, Gobierno y Farc, es que nada está acordado hasta que todo este acordado. Falta aún entre otras muchas cosas, llegar a un acuerdo con el grupo subversivo, sobre el tema capital de la justicia transicional que se les aplicará, al cual se niegan rotundamente, cuando todos sabemos que esta es una condición indispensable para reparar a las víctimas y al país entero, de tantos crímenes que han cometido. El mundo y la comunidad internacional no entenderían cómo se termina la cadena de crímenes del grupo subversivo durante 50 años, con la concesión de un manto de impunidad, mucho menos lo entenderíamos los colombianos.
Sorprende el abrupto retiro del General Mora del grupo negociador de La Habana, ordenado por el presidente de la República. ¿Por qué se ordena su retiro en este momento clave, cuando se tratan temas tan delicados como el cese al fuego bilateral, aunque este en la práctica ya se dio con la orden presidencial de paralizar las operaciones militares de la Fuerza Aérea? El retiro del General Mora de la mesa de negociaciones y la renuncia de sus asesores de seguir colaborando con él, en tareas irrelevantes frente a las que tenía dejan muchas preguntas. ¿A que se oponía Mora en La Habana? ¿Qué se está negociando en lo que él no estaba de acuerdo? Se queda sin duda la mesa de negociaciones sin la participación de vocero alguno del glorioso ejército colombiano, cuyas opiniones para el gobierno no parecen decisivas.
Todos los compatriotas anhelamos el fin del conflicto armado, la entrega real de las armas por parte de la guerrilla y una justicia verdadera para que no haya impunidad ni más ofensas a las víctimas.
El Presidente debe contarnos la verdad sobre los avances y las dificultades del proceso de paz. La verdad en este caso siempre concitará un mayor compromiso por parte de la ciudadanía.