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ANALISTAS

La culpa es de la economía y, claro, de los economistas

jueves, 24 de julio de 2014
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La manera como académicos, investigadores y legos entre otros, se refieren a la economía con respecto a los desdenes, enfoques y problemas causados en materia socioeconómica, raya los límites de la sensibilidad con la claridad dialógica en la que se apoya dicho campo de estudio.

El fundamento económico gira en torno al bienestar, la estabilidad y la distribución de recursos entre otros; pretender que con cargo a una sola área emergen todos los problemas de la humanidad, es como señalar que la crisis de la salud es por culpa de los médicos o la ineficacia del derecho por los jurisconsultos y las leyes. Es preocupante que continúen haciendo carrera comentarios, debates y requerimientos sin fundamento ético, filosófico, político y social, sobre el que fue fundada la economía. 

Es evidente, que las aseveraciones maltrechas sobre la economía exponen un amplio desconocimiento sobre lo que a profundidad pretende. Ninguno de los autores clásicos (Hobbes, Locke, Petty, Petty Jr. y Smith, entre otros) desdeñaron de la economía. Al contrario, exponían a esta para poder entender lo que sucedía en cuanto al Estado, las leyes o el orden político. Por ende, no se entiende el afán de cuestionar o plantear aseveraciones que a leguas muestran el poco fundamento académico e intelectual que tienen de la profesión, de la ciencia o campo de estudio. Es importante, recurrir a la filosofía, al análisis racional y material, para comprender lo que implica saber sobre economía.

Descartes, en particular, la cuestionaba, y a aquellos involucrados en dichas lides, los llamaba sentimentalistas, tal vez por “sentimientos morales”, por no ubicar al mundo en el marco de las leyes físicas y naturales o matemáticas. Por ello, causa suma extrañeza que aún se culpe a un campo de conocimiento por todos los males. Si bien, Coase habla de salvar la economía de los economistas, se refiere más a la animadversión creada por elementos que son complementarios o subyacentes a la economía como las finanzas y los negocios, sobre los que hoy de manera rimbombante se obtienen los premios nobel en la mayoría de casos.

Pigou, Galbraith, Arrow, Olson, Ostrom,  y Williamson, entre otros, ubican el contexto claro de lo que implica hablar de economía en diferentes escenarios, a la par con Krugman, Posner, Cotter y Uhlen, entre otros, para los que el ambiente, los contratos y la acción colectiva hacen parte de la realidad que debe atenderse por todos inicialmente, y de manera consecuente, en materia de negocios, análisis económico del derecho y su eficacia. Así, como el recién fallecido Calebressi, quien a partir de análisis de comportamiento exponía el carácter de evaluación del delito hecho por los delincuentes, entre otros muchos autores, que siempre destacan el carácter propositivo de la economía. 

Así que la invitación para quienes saltan a la palestra a desdeñar de una formación y su análisis, revisar si es culpa de la economía y los economistas o de los ingenieros y la ingeniería, o de la salud y los médicos, o de la policía y los delincuentes. La verdad, es que aún en las propias estructuras académicas campean espacios sin fundamentos y razón, que acalorados con poco juicio y estudio, atropellan sin medida otras áreas, sin dar espacio para considerar que el conocimiento es uno, y que como tal, todas las áreas sirven para un solo fin, el ser humano, y es el estudio juicioso de sus temas básicos los que dan luz al respecto. 

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