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La última asamblea anual del Foro Económico Mundial realizada en enero pasado, tuvo como tema principal lo que su líder el carismático, Klaus Schwab, denominó “el dominio de la cuarta revolución industrial”, apasionante tema íntimamente ligado al desarrollo y la transformación productiva, tan requeridos en nuestra economía por su debilidad estructural y los desequilibrios que enfrenta.
Conforme el informe presentado en ésta ocasión, el mundo ha llegado a la cima de la cuarta revolución industrial, precedida de la primera relacionada con el uso del agua y vapor en la maquinaria, la segunda donde la energía eléctrica desplazó al vapor y la tercera, propia de la tecnología de la información T.I., la cual devino en la actual, descrita como su extensión por basarse en ella.
Es así como la era actual utiliza una mezcla de hardware, robótica, poderoso cómputo masivo y otras ciencias, para ampliar la T.I. más allá del software. De ahí el optimismo que hay en la tecno-utopía, por su gran potencial para lograr mejoras importantes en productividad, así como para solucionar problemas complejos antes intratables en muchos sectores, de la salubridad al transporte.
Ésta evolución industrial coincide en parte con la descrita por Peter Drucker en su libro “La Sociedad Post-Capitalista” (1992), en particular lo relacionado con el trabajo, las nuevas fuerzas laborales y el conocimiento, donde la actual también llamada revolución tecno-científica, llegó hace más de diez años para quedarse con avances en áreas antes consideradas como inconexas dada su naturaleza.
De ahí que hoy en día se integren soluciones provenientes de múltiples campos del conocimiento, tales como: inteligencia artificial, maquinas-learning, robótica, nano y biotecnología, genética, energías alternativas limpias, nuevos materiales, diseño, impresión 3-D; por mencionar algunos que pueden provocar modelos de negocios disruptivos próximamente, pero igualmente cambiar los mercados de trabajo.
Todo esto requiere de cambios monumentales en el conjunto de competencias y capacidades necesarias para enfrentar éste nuevo panorama, que definen el futuro de los empleos y el trabajo. Ésta es una de las principales conclusiones que presenta el informe entregado por el Foro Económico Mundial, con proyecciones sobre el crecimiento o disminución de los puestos de trabajo en varios sectores.
El llamado está hecho, si los gobiernos no enfrentan debidamente las acciones dirigidas a gestionar la transición a corto plazo para construir una fuerza laboral con las destrezas requeridas actualmente, deberán enfrentar el creciente desempleo y desigualdad, con el agravante de adolecer de empresas hábiles para aprovechar las oportunidades ofrecidas por éste nuevo entorno productivo.
Seis son los factores que según Schwab determinarán el futuro del trabajo que debemos considerar todos, empleados, empresarios y políticos: 1) la tormenta generada por la disrupción tecnológica que afectará el mercado laboral, 2) los nuevos oficios y la destrucción de profesiones, 3) estudiar ciencias o ingeniería será cada vez más necesario, 4) las empresas no cubrirán todos los puestos y los roles serán cada vez más especializados, 5) todos debemos reciclar nuestras habilidades, y 6) reacciones lentas agravarán el problema. Dado esto requerimos entonces de un cambio profundo de mentalidad.
Pero una cosa son las tendencias mundiales y otra muy diferente la realidad de nuestro país, que pareciera sufrir de inconsciencia e indolencia ante esta situación.