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ANALISTAS

Empleo y equidad

martes, 8 de enero de 2013
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El ministro de Hacienda y Crédito Público, Mauricio Cárdenas Santamaría, justificó su reforma tributaria con la reducción de los impuestos sobre las nóminas. 

 
Esta rebaja, estima el Ministro, se traducirá en que un millón de colombianos pase de la informalidad a la formalidad y que con ello se contribuya a la equidad. 
 
No estoy en capacidad de rebatir la cifra de nuevos empleos formales que se crearían, pero sí considero que se ha dado un paso adelante en la modernización de la economía colombiana, porque los parafiscales se cambiaron por un impuesto sobre la renta de las empresas del 9% adicional y numerosos empresarios pequeños, sobre todo del agro, se beneficiarán, ya que no pagarán más parafiscales. 
 
En cuanto al tema de la equidad, de las desigualdades sociales extremas de Colombia, sin par en el orbe en concepto de algunos, considero que existe una buena dosis de exageración en los diagnósticos y, más grave aún, de desorientación en las soluciones tangenciales de nuestros gobiernos, como sucede con esta de reducir unos impuestos en pos de la equidad.  
 
Analistas autorizados consideran que el objetivo clave para reducir las desigualdades aludidas radicaría en lograr que crezca Colombia durante los próximos 10 años a tasas de crecimiento del PIB cercanas al 8%. 
 
A niveles del 4,3%, como sucede con la tasa prevista por nuestro incompetente Gobierno para el 2013, jamás resultará posible combatir en forma efectiva el desempleo y el subempleo.
 
Porque si consideramos una inflación del 2,8% en 2013, el crecimiento neto del PIB sería del 1,5% por año y a dicha tasa tardaría el PIB 48 años para duplicarse.
 
El secreto del desarrollo envidiable de Taiwán, Corea del Sur, China, Chile, Perú… radica en garantizar el orden público con iniciativa privada, libre empresa e instituciones competentes. Se rumora que Cuba tan solo espera el fallecimiento de Fidel Castro para tratar de emprender la misma senda. 
 
El fracaso de Venezuela se explica por aplicar todo lo contrario, copia tropical del comunismo soviético que naufragó el siglo pasado. 
 
Los requisitos para alcanzar esta meta son bien conocidos por la opinión colombiana, mas no por los “mamertos” internacionales.  Todo comienza por no caer en la trampa del cese el fuego bilateral con las Farc,  ni en aceptarles nada que debilite aún más la ya reducida confianza de los colombianos en sus instituciones.
 
 En forma simultánea se requeriría  reintentar las fallidas reformas en la educación y en la Justicia, cristalizar las cuantiosas  inversiones en infraestructura y regular las tasas de fertilidad en los sectores más pobres. 
 
Se remataría al asegurarles a los exportadores y productores nacionales una tasa de cambio ligeramente devaluada para poder aprovechar los TLC. ¿Requisitos imposibles?
 
Argumentarán muchos que sueño despierto, porque para lograr lo anterior se requiere contar primero con instituciones competentes, sin congresistas corruptos, sin presidentes y ministros con prácticas corruptoras, sin magistrados y jueces politizados y corruptos y con algunos empresarios avezados en la Junta del Emisor.  
 
Debo admitir que no carecen de  razón quienes así piensan y lo confirman en las encuestas de opinión con su voto desfavorable sobre casi todos los poderes del Estado colombiano.

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