Condición genética

Un aspecto que debemos tener en cuenta los deportistas son las condiciones físicas naturales. Si entrenamos solos o acompañados o con mayor frecuencia que los demás, no significa que nuestro rendimiento sea mayor. Puede ocurrir que cuando lleguemos a las carreras nos encontremos cansados y el rendimiento no sea el deseado, así es que es igual de malo entrenar poco como entrenar mucho; el punto intermedio se debe ir descubriendo poco a poco.

Nos guste o no, cada uno nace con unas aptitudes físicas diferentes (además de psíquicas); por muy parecidos que seamos físicamente no significa que tengamos las mismas condiciones. Por ejemplo, dos corredores morfológicamente similares, criados de la misma forma pero con condiciones genéticas diferentes, tendrán un rendimiento diferente. Dos corredores que entrenan juntos todo el tiempo encontrarán un momento en el que uno de ellos es superado por el otro, así que tendrá que compensarlo de alguna manera.

Es posible que uno de los dos no tenga la misma recuperación que el otro, así que en un momento decisivo podría no tener la suficiente fuerza para ser competitivo. 

Por eso es importante tomar conciencia de nuestras cualidades, así como conocer el terreno en donde más fuertes o vulnerables somos, aunque no necesariamente si somos hábiles en cierto terreno tenemos que entrenar en ese terreno. El mejor entrenamiento es el que incluye de todo a lo largo de la semana (subidas, series, fondo etc…) sin olvidarse del descanso necesario para ir asimilando los esfuerzos. Después del entrenamiento y de una competencia, el cuerpo necesita recuperar fuerzas lo más pronto posible y entre más descanso mucho mejor.

No olvidemos que el descanso no solo sirve para recuperar los músculos, sino también para asimilar el trabajo realizado y poder ir aumentando el nivel. Por eso, los deportistas profesionales generalmente hacen una siesta después de entrenar y por las noches duermen 8 horas.