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Brasil 2014, encuentro multicultural

miércoles, 25 de junio de 2014
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Se ve con gran satisfacción en las transmisiones del mundial, cómo los hinchas africanos, europeos, latinos, norteamericanos, con todos sus atuendos y parafernalia celebran entre sí la fiesta del fútbol; sin peleas, sin discriminación, sin xenofobia aparente. Dando un ejemplo de tolerancia y respeto a pesar de las diferencias de credo, étnicas y culturales. Es inevitable pensar en las famosas palabras del poeta estadounidense Walt Whitman “cuando conozco a alguien no me importa si es blanco, negro, judío o musulmán. Me basta con saber que es un ser humano”.

Pero aunque todos somos humanos y pertenecemos a la misma especie Homo sapiens, ¿por qué exhibimos una amplia gama de tonalidades en nuestro color de piel? No es un producto del azar, es la respuesta a miles de años de evolución. Los antropólogos saben desde hace mucho tiempo que los pueblos con una pigmentación más oscura se ubican cerca de la línea ecuatorial, mientras que los pueblos con pigmentación clara se ubican cerca de los polos. Al parecer, la génesis de dicho fenómeno se dio aproximadamente hace 1,6 millones de años cuando nuestros ancestros comenzaron a perder el pelo y aumentar el número de glándulas sudoríparas como una respuesta adaptativa al excesivo calor generado por la gran actividad. 

Los seres humanos al perder la mayoría del pelo que cubría su cuerpo, se ven en la obligación de mejorar la capacidad de producir melanina, que es la responsable de la pigmentación oscura en la piel; esta macromolécula orgánica cumple el doble propósito de filtrar física y químicamente los efectos nocivos de las radiaciones UV. Además, las evidencias científicas sugieren que la alta pigmentación de los pueblos que viven bajo una fuerte intensidad solar, es también la de proteger los depósitos de folato, vitamina del complejo B esencial para la fecundidad y el desarrollo fetal, la cual puede ser destruida por la alta exposición al sol.  

De manera tal que los primeros Homo sapiens surgidos hace 100.000 -120.000 años en las áridas estepas africanas, correspondieron a humanos de piel oscura adaptados a la intensa radiación UV y a las altas temperaturas. Pero en la medida en que las poblaciones comenzaron a migrar y a ubicarse en zonas alejadas del trópico, la excesiva protección contra el sol quizá fue perjudicial debido a que la  alta pigmentación impedía que la poca radiación presente en las zonas templadas favoreciera la formación de la vitamina D, requerida para la pervivencia de la especie, pues está involucrada en la  absorción de calcio en el intestino, que a su vez posibilita el desarrollo normal del esqueleto y el mantenimiento del sistema inmunitario. La solución evolutiva a dicho inconveniente es que con el transcurrir del tiempo, las poblaciones humanas que migraron al norte perdieron la pigmentación oscura. 

La variedad en el color de la piel en los humanos, es un triunfo de la evolución que buscó las mejores adaptaciones según la zona de vida y no obedece a ninguna superioridad racial, como lo han hecho creer algunos. La diversa pigmentación que vemos en el Mundial no es más que capítulos de la historia de nuestra especie. Sería interesante saber qué piensan los grupos de neonazis colombianos como Tercera Fuerza, al ver a nuestra mestiza selección Colombia cumpliendo una decorosa presentación en Brasil, o a nuestros ciclistas hijos de campesinos triunfar en Europa o a nuestros atletas negros subiendo a los pódium por todo el mundo. Hay una a frase que se le atribuye a Don Miguel de Unamuno: “el fascismo se cura leyendo y el racismo se cura viajando”. El Mundial de fútbol en Brasil es una bella prueba de la diversidad humana.

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