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Don Nicanor Restrepo Santamaría era un hombre lleno de motivos de admiración. De virtudes que deslumbraban tanto a quienes lo conocieron en su faceta profesional como quienes se acercaron a su vida personal.
A mí, en lo particular, me impactó como ser humano integral. Como profesional sus logros son tantos que enumerarlos sería un fútil intento y, sobre todo, sería injusto enmarcarlo en esta esfera. Sí quisiera destacar su visión, su liderazgo y ante todo, su coherencia.
El ingeniero que nunca se imaginó entrar a trabajar en una empresa de seguros recién se graduó de la Universidad Nacional en Medellín (como lo admitió en varias entrevistas), repitió en público y en privado que es la vida profesional quien lo va acomodando a uno. Y él, tal vez más que nadie, se convirtió en el mejor intérprete del tipo de liderazgo que requiere Colombia.
Ya en la cabeza del Grupo Empresarial Antioqueño (nunca le gustó la etiqueta de ‘Sindicato’), Don Nicanor fue el encargado de la internacionalización del conglomerado. Bajo su batuta, este grupo tomó conciencia de la importancia de encontrar otros mercados, razón que terminó por delinear la actual arquitectura empresarial del conglomerado. Un visionario.
Rodearse de gente “mejor que uno” -decía él- y reconocer las limitaciones propias para superarlas con estudio y trabajo, son otras de esas características de Don Nicanor que más que lecciones parecían virtudes intrínsecas. Y con actos respaldó sus palabras; no por nada una vez terminó su vida profesional, viajó a París para seguir aprendiendo.
Pero, sin duda, su integridad y férrea ética son la impronta que de manera indeleble Don Nicanor imprimió en toda una generación de empresarios. “Uno no debe hacer nada que no lo deje dormir tranquilo”, declaró en alguna entrevista, una frase que en su simpleza resume todo un proyecto de vida y que debería ser una declaración universal.
Su visión sobre los gremios sirvió de norte para la que hoy es la estrategia de la Andi. “Estoy convencido de que el sector privado en la medida en que sea una voz armónica, cohesionada a través de una institución, de un gremio, de una asociación tiene mucho más vigencia”, señaló don Nicanor en una entrevista publicada en este diario y que fue realizada justamente en la Asamblea Nacional de la Andi. “En la medida que los gremios sean fuertes, que tengan una base digamos de información, de conocimientos, de profesionales o de conexiones entre sí con centros de producción, de ideas e iniciativas, pueden hacer propuestas coherentes”, agregó.
Siento que, sin haber tenido la fortuna de haber compartido muchos momentos con él, Don Nicanor me dejó grandes enseñanzas; por ejemplo, apoyar la construcción de lo social con la experiencia, recursos y compromiso del sector privado, o el reconocimiento de la responsabilidad que todos tenemos con la sociedad.
Tras su merecido retiro laboral, tuvo la visión de hacer un balance sobre las tareas que él veía pendientes en el país. Reconoció que aunque ha habido avances aún hay mucho camino por recorrer en los temas de equidad, educación e infraestructura. Además, siempre fue un convencido de que la Justicia debe ser la herramienta más vigorosa de nuestra sociedad, una concepción que comparto en su totalidad y que tanta falta está haciendo por estos días.
En esa sintonía, imposible no destacar la infinita vocación de Don Nicanor por encontrar una salida negociado al conflicto colombiano. Su talante ecuánime y justo, su inmensa tolerancia y su imaginación desbordada para encontrar soluciones fueron las ‘armas’ con las que buscó derrotar a la guerra en nuestro país. Fue obsesivo en la búsqueda de la Paz.
Justamente, cuando fungió como “director por un día” de La Republica, dejó unas líneas que no pierden vigencia. “Esta oportunidad de poner fin al conflicto interno por medio de una negociación política, quizás la última en muchos años, hay que cuidarla y preservarla con especial persistencia para evitar ser condenados a soportar de nuevo cientos de miles de muertos y a sacrificar las oportunidades de crecimiento humano y económico”.
Hasta siempre Señor Don Nicanor.