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“Nadie ganaría nada con una guerra entre las dos Coreas”: Andrés Felipe Solano

viernes, 20 de diciembre de 2013
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Andrés Felipe Solano vive en Corea del Sur a unos pasos del bar Golmok, cuya colección de LP lo convirtió en cliente fiel. Una vez a la semana se suma a una parrillada asiática de carne envuelta en hojas de lechuga y ajonjolí, y nunca se toma en serio las amenazas de bombas atómicas de los vecinos del norte.

Es la cotidianidad del escritor bogotano que firmó las 234 páginas de ‘Los hermanos Cuervo’, su segundo libro; el mismo que trabajó seis meses en una fábrica para escribir una crónica sobre lo que es (sobre)vivir con el salario mínimo, y quien fue escogido en 2010 como uno de los 22 mejores novelistas en español por la prestigiosa revista literaria Granta.

Antes de todo eso, se había graduado de literatura en la Universidad de los Andes, y en 1998 había tenido su primer trabajo como periodista, en el diario LR.

En un diálogo 2.0, constituido por largos intercambios de correos electrónicos, habla de las letras que viene cocinando en Seúl; comenta la actualidad de ese país, analiza su obra, la literatura colombiana y el papel del silencio y de los escritores en el imperio de la inmediatez de las redes sociales.

De dónde surgen ‘Los Cuervo’. Parece estar inspirado en vivencias, recuerdos que tomaron forma con el pegamento de la ficción.

Tiene de todo, no solo experiencias personales. Digamos que recogí lo que queda después de una inundación o un tornado y con eso la armé. Hay lecturas, recuerdos, canciones, películas, documentales, invenciones.

¿Cómo ha sido la recepción de ‘Los hermanos Cuervo’ en Corea?
La novela solo está en español. Ya quisiera saber cómo suena la traducción firmada por algún Kim o Park. De pronto sale en inglés. Un estudiante gringo está como encarretado traduciendo la primera parte. Esperemos que no se quede sin aire.

De dónde surgen ‘Los Cuervo’. Da la impresión de estar inspirado en vivencias juveniles, de recuerdos que tomaron forma con el pegamento de la ficción.
Tiene de todo, no solo experiencias personales. Digamos que recogí lo que queda después de una inundación o un tornado y con eso la armé. Hay lecturas, recuerdos, canciones, películas, documentales, invenciones.

¿Hay algo de los Cuervo en Andrés, esa sensibilidad movida de foco respecto a otros miembros de su generación?
A lo mejor hay algo de su ánimo coleccionista, sobre todo de canciones raras, y un poco de su escapismo pero estoy lejos de ser tan extravagante como ellos. Su sensibilidad es mucho más extrema que la mía y sus juicios también. De hecho yo creo que les parecería un poco frívolo.

¿Había un interés en tocar de soslayo algunos momentos históricos de la realidad colombiana, y analizarlos desde el impacto que tuvieron en individuos aislados?
Trato de hablar de lo que conozco, en este caso el final de los años 80 y principios de los 90 en Colombia, y bueno, en esa época todo era inflamable. Pero al mismo tiempo dejo que mi imaginación, a veces desbordada, actué sobre esa realidad teniendo siempre en cuenta que el resultado sea creíble. No me interesan los telones de fondo o hacer historia de cartilla escolar.

¿Cómo recuerda haber vivido la época de los apagones?
Con profunda ansiedad. Quizás de haberla vivido en otra parte del país habría sido diferente. Habría sido motivo para salir a la calle a divertirse. En Bogotá pasó todo lo contrario. Fue un poco como un arresto domiciliario.

¿Qué escritores son las más grandes influencias en su obra?
Puedo mencionar a autores que siempre están por ahí, que me rondan al escribir. Digamos que Onetti, Rubem Fonseca, Saul Bellow, L.F Céline y últimamente Faulkner y Sebald. Pero en cuanto a las influencias creo que van más allá de los escritores. La arquitectura colombiana de tierra caliente podría ser una influencia determinante en la segunda y sobre todo en la tercera parte de Los hermanos Cuervo. Pero en realidad esta es una pregunta que tiene una respuesta muy larga y no sé si este es el lugar para poder responderla. Me acuerdo de una entrevista a Marcelo Bielsa donde un periodista le preguntaba por una cosa de respuesta en apariencia fácil. Bielsa le preguntó varias veces si estaba dispuesto a oír todo lo que tenía que decir al respecto. El ingenuo periodista dijo que sí, como no. Pues bien, Bielsa se tomó casi 40 minutos en responder porqué había puesto a un lateral en lugar de otro. Eso mismo puede pasar con una pregunta como la de las influencias o por ejemplo qué tanto de autobiográfico hay en lo que escribo. Además de todo respondería sin la infinita elocuencia de Bielsa.

Quizá lo más importante del libro es todo lo que no dice. Ese hilo que queda suelto en varios capítulos, con episodios que parecen conectar con otros, y dejan al lector la posibilidad de escribir el resto con su imaginación. ¿Buscó este efecto, qué lo motivó?
En general soy muy poco conciente de lo que hago. No me trazo grandes planes pero digamos que en este libro, por su estructura particular, sí me preocupé por anudar bien esos hilos invisibles de los que hablas. Hilos de una telaraña sobre los que caminan todos los personajes. Creo que el lector agradece eso, pistas para acabar de escribir el libro en su cabeza, mientras lo lee y solo que le entreguen un plato masticado.

¿En qué trabaja ahora?
En una especie de diario sobre mi vida en Corea y también le he estado echando mucha cabeza a una novela que tiene que ver con este país y con Colombia. Con un par de personajes que se han movido entre los dos lados, un veterano de la guerra de Corea y un profesor de Taekwondo. El diario debe estar acabado a finales del año. La novela tardará más tiempo, espero que no tanto como ‘hermanos Cuervo’. Pero no se sabe.

¿Cuándo tendremos más letras bajo su firma?
El diario tiene que estar acabado a finales de este año. La novela tardará más tiempo, espero que no tanto como Los hermanos Cuervo, que me tomó como cinco años. Pero nunca se sabe.

¿Tiene grandes proyectos guardados, cocinándolos a fuego lento? ¿Hay algún mamotreto tipo ‘La casa’ de Gabo?
Mi cabeza funciona como una estufa industrial, de esas con muchos fogones. Hay varios encendidos, a varias temperaturas. Unos platos estarán más pronto que otros. Por ejemplo me gustaría contar la historia de mi abuelo materno, un abogado conservador que murió en un duelo o la historia de la relación de mi madre con EE.UU., un país en el que vivió casi un tercio de su vida.

¿Por qué se quedó en Corea? ¿Cómo ha influido en su escritura?
Me mudé aquí porque mi esposa tiene más oportunidades de conseguir trabajo en su país y también porque estoy recolectando un poco de información para esa novela sobre Corea. En términos generales no hago mucho trabajo de investigación pero para este nuevo libro creo que es necesario escarbar un poco en algunos archivos, entrevistar gente o simplemente caminar por las calles donde se moverán algunos de los personajes de la novela.

¿Cómo ha vivido la situación de tensión por las constantes amenazas de su vecino del Norte?
En un momento estaba ansioso pero pronto entendí que la paronoia nuclear solo se vive en occidente. Aquí la gente ha oído sobre una guerra inminente toda la vida. Todas las primaveras se supone que va a estallar y nada pasa. Es la zona más militarizada del mundo pero al mismo tiempo y aunque suene increíble la vida está libre de esta tensión, o por lo menos eso es lo que he visto a mi alrededor.

¿Cree que habrá una confrontación militar?
A riesgo de parecer temerario diría que no en absoluto. Si hay guerra se hunde la mitad del mundo. Esta esquina del Asia es la tercera región donde se mueve más dinero después de Estados Unidos y Europa. Nadie va a dejar que haya una guerra. Las guerras son cuestión de conveniencia. Nadie ganaría nada con una guerra entre las dos Coreas.

¿Cómo es la cotidianidad de un país al borde de una explosión, con un cataclismo nuclear respirándole en la nuca?
Fue bastante extraño ver los titulares incendiarios de los periódicos occidentales durante el mes en que Corea del Norte lanzó sus amenazas y después salir a la calle y ver a la gente haciendo compras como si nada.

¿Ve algún camino para resolver esta situación?
Cada coreano tiene una teoría. Yo, con lo poco que sé, creo que la indiferencia de los surcoreanos y el condicionamiento mental de los norcoreanos son muy grandes. No veo como podría haber una reunificación pacífica al estilo alemán. Creo que esa oportunidad ya se perdió. Pero bueno, el flujo de la historia es una cosa muy extraña, cuando se cree que hay un cauce seguro el río se crece y se desborda. Todo puede pasar.

Corea del Sur es la carta estadounidense en oriente, como Israel en Medio Oriente y Colombia en Suramérica. Ahora hay una fiebre mundial por los productos culturales de ese país, como el Gangnam Style y el K-pop. ¿Qué está pasando? ¿Es la americanización de Oriente, u Oriente tomando las armas del soft power para venderse al mundo, o acaso algo más?
Desde que terminó la guerra Corea del sur ha sido un aliado de Estados Unidos. Varias generaciones de soldados gringos han vivido en este país. Son 60 años de presencia norteamericana. Yo por ejemplo vivo en Itaewon, un barrio cerca de una base militar de Estados Unidos y veo todos los días soldados por las calles. Pero también hay muchísimos surcoreanos que emigraron a ciudades como Los Ángeles o Nueva York. Es una relación intensa, problemática, que quizás hasta ahora se esté convirtiendo en algo de doble vía, obviamente todo jalonado por una necesidad de venderse. Corea del sur es un país con una economía más que sólida pero hasta ahora en el mundo se le empieza a conocer. Quizás por eso todo el alboroto con el video de Gangnam Style. La gente común y corriente vio por primera vez cómo eran las calles de Seúl, oyó a que sonaba el coreano y ahora a lo mejor sabe que la gente no vive en refugios antiaéreos la mitad del año y eso le conviene infinitamente al gobierno. Por eso el K-pop es casi una política de estado.

¿Cuál es su restaurante favorito de ese país?  ¿Qué come y bebe?
Corea debe tener el número más grande de restaurantes por kilómetro cuadrado del mundo. Los coreanos aman comer y beber en compañía, de hecho la comida es para compartir y eso lo representa muy bien el bbq al estilo coreano, donde pequeños trozos de carne se asan sobre una parrilla empotrada en la mesa, después se envuelven en hojas de lechuga
y ajonjolí y se les unta una salsa de ají rojo o soya fermentada. Una vez a la semana me sumo a ese ritual.

¿Cuál es su bar favorito? ¿Qué recomendaría a un colombiano en una visita fugaz?
No salgo mucho a bares pero últimamente he vuelto a la noche porque abrieron cerca de mi casa un bar con una colección increíble de LP’s. Supe que se volvería mi lugar para el resto del año cuando me pusieron una canción de Neil Young que descubrí hace poco. Se llama On The Beach. Tenían el disco original y sé que es muy difícil de conseguir. El lugar se llama Golmok, callejón en coreano. Es una bendición poder regresar a pie a mi casa después de unos tragos.

¿Cuál es su consumo cultural allá, teatro, cine?
A veces voy a un cine en el centro de Seúl donde pasan películas viejas subtituladas. Hace poco vi Stray Dog de Akira Kurosawa y fue muy emocionante.

¿A quiénes lee de Corea?
Podría recomendar tres libros, uno en español y dos en inglés: El Huésped de Hwang Sok Young; Your Republic is Calling You de Kim Young-ha, y Native Speaker de Chang Rae Lee.

¿En general, qué autores lee y sigue Andrés Felipe? ¿Cuál es su dieta de literatura?
Soy muy desordenado, pico aquí y allá. Hace poco leí a Manuel Puig, cuando en teoría debí haber pasado por allá hace un millón de años. El fin de semana empecé el último libro de Junot Díaz y tengo en la mesa de noche la edición en inglés del primer libro de Bret Easton Ellis. Leí ‘Menos que cero’ hace un buen tiempo y tengo un buen recuerdo, vamos a ver si sobrevive. Y una amiga coreana-peruana me prestó ‘La Casa Verde’ de Vargas Llosa, que no he leído. Ya ves, mi dieta es un poco hecha de sobras o más bien un calentado.

¿Cómo ve el momento de la literatura colombiana?
No sé si estoy muy desinformado pero no sé porqué no se ha hablado en Colombia de la novela Los estratos de Juan Sebastián Cárdenas. La publicó Periférica en España. Todo el mundo orbita alrededor de cinco nombres y dejan pasar maravillas como ese libro, que para mí es la mejor novela colombiana de los últimos años. Es una verdadera joya. Tiene un personaje hermoso, en el que curiosamente yo había pensado para un cuento: un detective indio. Solo la inclusión de ese hombre daba para que la novela fuera memorable. Pues bien, Cárdenas lo consiguió.

Antes que escritor, usted fue periodista. No a todos les va bien en esta transición ¿Cómo se produjo este proceso?
Estudié literatura, empecé a ganarme la vida como periodista, escribí una novela y después una crónica larga sobre seis meses mi vida en Medellín. Luego me tardé cinco años en otra novela en la que incluyo un falso perfil periodístico de un ciclista y ahora llevo un diario de mi vida en Corea mientras pienso en una tercera novela sobre un veterano de la guerra. Con esto quiero decirte que todo finalmente pertenece al mismo mundo, el de la escritura y así me interesa asumirlo.

¿Qué ha cambiado para usted desde que la revista Granta lo catalogó como uno de los mejores escritores jóvenes del mundo?
Me invitaron a un evento relacionado con el lanzamiento de Granta en San Francisco. Después, cuando todo el mundo cogió su avión y se fue a la casa yo tomé un bus hasta Nueva York. Escribí una crónica sobre ese viaje de tres días y más de 5000 kilómetros de recorrido. De todas las crónicas que he escrito es la que más me gusta. Está inédita. Eso fue lo que pasó con Granta: doblé la página tan rápido como pude y seguí escribiendo.

¿Cree que le cabe alguna responsabilidad política al escritor, o solo tiene la de escribir bien?
Tengo la responsabilidad de no atrasarme con el arriendo, de trabajar duro unos meses para después poder escribir con relativa calma y libertad por un par de semanas, de darle consejos decentes a mis hermanos si me los piden, de ahorrar para ir a Colombia y visitar a mis padres y a mis amigos, de llevarles regalos que los hagan felices, de comer fuera con mi esposa una vez a la semana y brindar por habernos cruzado en el camino. En eso se funda mi moral. En no faltar a los compromisos más básicos de la vida. El mundo está plagado de escritores obsesionados con lo que llaman su obra y su compromiso político y detrás arrastran familias desbaratadas o son sencillamente un asco.

Algunos escritores tienen mucha presencia en las redes sociales, como opinadores del acontecer político. Sientan una posición frente a cada polémica. Usted parece más al margen. ¿Es una decisión, o tan solo prefiere concentrarse en su trabajo?
Me gusta estar al margen. No me interesa añadir basura a la gran pila de basura que se acumula en cada esquina.

Otros usan las redes para recibir retroalimentación de los lectores. ¿Cómo es su manejo de redes, les atribuye alguna función para su trabajo?
Tengo una página de Facebook que básicamente me sirve para no desaparecer del todo de la vida de mis amigos. Pero también por ahí me han escrito muchas personas que han leído mis libros. Agradezco ese contacto. Me conmueve muchísimo que alguien gaste unos días de su vida leyendo cosas como Los hermanos Cuervo y luego me escriba para contarme cómo le fue.

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