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MODA

La moda entre adolescentes de vender su iris a Worldcoin puede tener varios riesgos

martes, 27 de febrero de 2024

Worldcoin ha implantado en España unas 30 tiendas en las que se escanean los ojos a través de un dispositivo de hardware llamado Orb

Foto: Expansión

A cambio de facilitar un escanero del iris, el usuario recibe una serie de tokens o monedas virtuales, además de recompensas por inscribir a más personas

Expansión - Madrid

La moda de vender el iris por 25 criptomonedas entre algunos jóvenes surgida del proyecto Worldcoin, impulsado por el padre de ChatGPT, Sam Altman, ha puesto en alerta a expertos que dudan sobre el rigor y la custodia de los datos personales sobre la salud de sus propietarios, la anonimización de la información y el interés comercial del proyecto.

Worldcoin ha implantado en España unas 30 tiendas en las que se escanean los ojos a través de un dispositivo de hardware llamado Orb. El proyecto de criptomonedas distribuye un token criptográfico, el WLD, a las personas "solo por ser un individuo único" gracias al escaneo de tu iris. Según datos facilitados la propia empresa, ya son más de 360.000 los españoles que han vendido su iris.

A cambio de facilitar el iris, el usuario recibe una serie de tokens o monedas virtuales, además de recompensas por inscribir a más personas. La finalidad de Worldcoin es ofrecer criptomonedas a la población mundial. Para ello, el Orb convierte la imagen escaneada del iris en cadenas únicas de letras y números en un cógido que se usaría después para comprobar si un usuario ya ha reclamado una parte de los token de Worldcoin.

El procedimiento de venta es sencillo; a través del escaneo del iris, el orbe genera un código único denominado irishash que identifica a cada usuario. Pero el iris contiene una información muy sensible, unívoca y que se mantiene inalterable a lo largo del tiempo.

Pero las colas son largas en las ciudades donde Worldcoin tiene presencia, y "si los números que representan nuestros iris se comprometen o comercializan, nos enfrentamos a un dilema, ya que son inmodificables", advierte Jordi Serra, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC e investigador del grupo de investigación KISON, en un comunicado de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

De hecho, la Agencia Española de Protección de Datos (Aepd) revisa en estos momentos cuatro casos contra Worldcoin en Madrid y Cataluña relativas al tratamiento y manejo de datos biométricos, las cuales se encuentran todavía en fase de análisis, según confirma el organismo a Expansión. Otros países como Francia, Argentina o Kenia también han abierto investigaciones al respecto.

"El principal peligro de facilitar el iris es que se trata de un dato biométrico que permite la identificación unívoca y puede con el estado de salud de una persona", explica en un comunicado Eduard Blasi, profesor colaborador de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la UOC.

El objetivo de Worldcoin es en parte altruista, conseguir registrar el iris de toda la población mundial para que sea más fácil poder distinguir si el avatar con quien se habla en Internet es realmente una persona o fruto de la inteligencia artificial.

Confirmar esta identidad permite tener lo que ellos consideran como un "pasaporte de humanidad", apunta el experto Jordi Serra, en un comunicado de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La semana pasada, el número total de iris capturados en todo el mundo era de 3,6 millones, con registros en 36 países.

De momento, la criptomoneda worldcoin, la contraprestación que reciben las personas que venden su iris, está subiendo de precio. Su valor ha pasado de 2,43 euros, o US$2,64 (de media en los últimos ocho meses) por unidad a principios de febrero, a 8,57 euros (US$9,31) el pasado jueves. Esto implica que se ha pasado de cobrar 60 euros (US$60) por dar el iris a recibir 214 por vender la criptomoneda.

Alex Blania, cofundador de Worldcoin, niega que el proyecto invada la privacidad de las personas, ya que los orbes convierten la imagen escaneada del iris en cadenas únicas de letras y números antes de borrarla permanentemente.

"La preocupación viene por la entrega de información privada que nos identifica. A diferencia de las contraseñas, que se pueden cambiar en caso de problemas, nuestros rasgos oculares permanecen inalterables", apunta Blasi.

"Del mismo modo que la forma de andar o la voz son datos biométricos, el iris es un dato muy estable y se mantiene intacto, o prácticamente intacto, durante el transcurso de la vida".

"Si los sistemas que almacenan la información codificada son vulnerables y los ciberdelincuentes llegan a tener acceso a los datos, tendrían la capacidad de suplantar la identidad de una persona si pueden relacionar los datos con las personas reales".

Para Blasi, el uso de este tipo de datos tiene una doble vertiente, positiva y negativa: "son datos muy fiables, que dan menos errores y falsos positivos, al ser un dato biométrico que se mantiene intacto, en caso de sustracción de esta información tales como un hackeo, un ciberataque o una extracción por parte de un tercero no autorizado, este dato no puede ser modificado en un futuro y por tanto, el daño que se nos podría ocasionar puede perpetuarse en el tiempo".

Ante lo desconocido, custodiar los datos

"Por eso, el rigor en la custodia por parte de las empresas que procesen esta información es el punto clave. El tratamiento de este dato se debe reservar exclusivamente para los casos en los que sea realmente necesario y no haya ninguna otra manera menos intrusiva de llegar a la finalidad que se pretende lograr", advierte Blasi.

"La empresa se defiende afirmando que el código numérico no está relacionado con una persona, pero hay recelo con respecto a la gestión de estos datos personales. "Hay dudas, sobre todo con el procesamiento de la imagen. No se sabe exactamente cuál es la información que se extrae y si realmente se anonimiza de manera no reversible y si se puede garantizar su irreversibilidad en un futuro", explica Blasi, que añade: "Por otro lado, tampoco se sabe si se reutilizará esta información en un futuro, si habrá algún uso o interés comercial detrás de todo esto más allá del proyecto que proponen".

Derecho a echarse atrás

La práctica de vender el iris por worldcoins se conoce como consentimiento incentivado. "No es contrario a la normativa de protección de datos recibir una compensación económica, ya sea un producto o una ventaja, para estimular este consentimiento", explica Blasi.

En caso de echarse atrás, existe la posibilidad de recuperar los datos con el Reglamento europeo de protección de datos en la mano, apunta confirma Blasi, también divulgador del canal TechandLaw.

"Existe y resulta de aplicación el principio de extraterritorialidad que asegura que los datos de los europeos viajen con sus derechos, es decir, en caso de que OpenAI tenga sus centros de procesamiento de datos en Estados Unidos, no debería ser ningún impedimento para que los ciudadanos europeos puedan ejercer sus derechos en temas de protección de datos", confirma el experto.

"Recuperar los datos es factible, y ejercer el derecho de supresión o el derecho de oposición al tratamiento está incluido en la normativa europea de protección de datos. Además, de obliga a las empresas a cumplir la norma actual estén donde estén si tratan datos europeos".

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