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Quizá la mayoría de personas han comprado alguna vez una obra sin considerar que más allá de una función decorativa y de satisfacción de un gusto personal, pueden tener en sus paredes una inversión que a largo plazo tiene el potencial para convertirse en un buen negocio, y una agradable experiencia de vida.
El coleccionismo no es un asunto exclusivo de los grandes multimillonarios. Claro, personajes como el mexicano Carlos Slim pueden darse el lujo de construir museos para ubicar sus propias adquisiciones; pero aventurarse con presupuestos más modestos a incursionar en el mundo del arte es posible.
El consultor de arte de la compañía internacional Moon Start, Sebastien Laboureau, quien viaja por todo el mundo asesorando a sus clientes, considera que la educación es fundamental para iniciarse en la práctica del coleccionismo.
Según Laboureau, “un coleccionista nuevo no sabe todos los artistas ni todas las obras que puede comprar, entonces la primera parte de todo es ver obras de arte para determinar qué es lo que se quiere”. Sin embargo, el gusto como parámetro para seleccionar una obra tampoco es algo inamovible, pues incluso entusiastas que llevan coleccionando por 10 o 20 años han tenido intereses artisticos distintos de acuerdo con etapas personales específicas.
Hay que tener en cuenta que no todas las obras que se seleccionan por gusto pueden llegar a ser una buena inversión en el sentido monetario, así que se recomienda ser muy cuidadoso a la hora de comprar si se está pensando en la valorización con el tiempo del precio inicial de una obra.
Interésese por comprender quién es el artista, cuáles son las galerías, quién lo representa, qué ha hecho y si tiene obras en museos, entre otros aspectos que le agregan valor.
Para el director de la galeria Nueveochenta, Carlos Hurtado, “El comprador de arte compra por motivaciones que están orientadas a la pieza que está negociando; mientras el verdadero coleccionista le interesan más las relaciones que establece entre las obras que acumula”.
Mercado del arte
Para quienes tienen un capital importante, las subastas públicas son la mejor opción, pues allí se concentra el mercado secundario del arte que corresponde a obras que tienen una proveniencia “rica” (dueños anteriores), y han sido elaboradas por artistas reconocidos como Picasso, Andy Warhol o Modigliani.
En este mercado se mueven obras de alta gama que van desde US$100 a US$500 millones. Pero casi el 70% de todas las transacciones del mercado global, estimado en US$60.000, están abajo de los US$5.000.
Muy buenas obras de arte pueden conseguirse por US$1.000. Pero no pueden verse como una inversión porque pertenecen al mercado primario, que corresponde a obras de artistas no muy conocidos que todavía están vivos y que no se sabe con certeza si se van a cotizar o no, explica Laboureau.
En la actualidad, artistas de este sector que están causando furor entre los coleccionistas son aquellos involucrados en el arte urbano. Los hermanos Os Hemeos de Brasil, son un ejemplo.
El arte fuera de los portafolios
Estudios revelan que destinar de un 10 a 15% de su portafolio d e inversiones en obras de arte no es riesgoso. Por el contrario, es provechoso, puesto que le ayuda a diversificar sus activos y disminuir pérdidas.
Además, elegir gastar en la obra de arte adecuada puede cuadruplicar sus ingresos iniciales.
Este año, en las subastas deLondres, unas de las más importantes del mundo, se vendió una obra de Frances Bacon por 13.3 millones de libras; es decir, cuatro veces más del valor que la obra presentó en la última transacción, que estuvo cerca de los 3.8 millones de libras en 2006.
El mercado del arte, como cualquier mercado, mueve muchas cifras, pero el arte no es solo una cuestión de dinero. Los coleccionistas ven en las obras una manera de vivir, una experiencia sensitiva e incluso de bajar el estrés.
“Es más placentero tener una obra que una acción de Google, porque en el arte hay una significación que te habla hacia adentro”, dice el asesor de MoonStar.
Además, la tendencia del arte como medio de interacción cobra fuerza en las empresas, sobre todo cadenas de hoteles como el Sofitel, pues ven en las obras formas amables y distintas de hablar con sus clientes y compartirles información. Muchas veces los usuarios pueden comprarlas o leer documentos de referencia.
Las citas de los coleccionistas
Durante todo el año, las personas interesadas en comprar arte por gusto o pensando a futuro en ganar dinero por la venta de una obra adquirida pueden encontrar subastas públicas y eventos privados, especializados en el mercado local y global. Las más recientes son The Armony Show en Nueva York, la reconocida TEFAF Maastricht en Holanda y la Art Paris en Francia.
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