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El producto por el que Collignon pasará a la historia de la repostería tiene forma de tableta, libre de colorantes artificiales. Su textura y su sabor son los mismos que las de un clásico helado prémium, denso y cremoso. Pero jamás se derretirá, porque el helado -que él mismo fabrica en Brooklyn siguiendo una receta artesanal- está sometido a un proceso de liofilización, que consiste en introducirlo en una cámara al vacío para extraer por completo el agua; después se congela y se corta en porciones.
Listo para comer en cualquier parte; de ahí la coletilla de “el helado gastronauta”. El sueño de Collignon es que Cosmik llegue al espacio y sea el postre de la tripulación de alguna nave de la NASA -de hecho, a bordo del Apollo 7 ya se intentó servir un helado deshidratado en barrita, pero una versión mucho menos lograda que Cosmik: se cuenta que a los astronautas no les gustó demasiado-.
De momento, es posible adquirirlo en algunas tiendas de Brooklyn y través de su página web... y tomarlo en la Tierra, por 6 euros (US$7) la tableta (más envío). Se ofrece en cuatro variedades, sin saborizantes añadidos: menta y trocitos de chocolate, mantequilla de cacahuete con trocitos de chocolate, nata con galletas y chocolate mexicano. Pronto llegarán más sabores.
El museo alberga una colección de artefactos y exhibiciones que destacan los logros de Edison y Ford, incluyendo el Edison Botanical Research Laboratory
Según el nuevo acuerdo, un "hogar" es definido como el conjunto de dispositivos asociados a la residencia principal de un usuario