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Dado que el nuevo diseño no tarda en llegar a jugadores de todos los niveles, desde Cristiano Ronaldo a jugadores adolescentes de clubes, todos ellos tienen que adaptarse a un balón cuyo aspecto, sensaciones y vuelo son distintos a los del que usaban hasta ese momento. Es un obstáculo que los atletas no afrontan en otros deportes, donde los diseños no han cambiado en décadas.
Adidas ha creado todos los balones para el Mundial desde 1970. La leyenda cuenta que Adi Dassler, el fundador de la compañía, lanzó el icónico diseño original de 32 paneles en forma de hexágonos y pentágonos porque le confería la forma más redonda posible. Dio a la pelota los colores blanco y negro para facilitar que se viese en las pantallas en blanco y negro de los televisores de la época.
Durante los años 70 y entrados los 80, Adidas luchó para dar con la fórmula de un balón que mantuviese su forma cuando se le golpease a 128 km/h y al contacto con el agua.
El problema del agua se solucionó en 1982. Adidas aplicó una capa de poliuretano al exterior del que sería el último balón del Mundial fabricado en piel, y puso goma en las costuras para que no penetrase la humedad.
En la actualidad, el diseño clásico de 32 paneles hexagonales y pentagonales ha dado paso a otro con paneles en forma de hélices. Los ingenieros se obsesionan ahora en mejorar la aerodinámica y en conferir al exterior sintético la sensación de piel genuina.
«El juego se basa en el toque», explica Antonio Zea, director de innovación global para el fútbol de Adidas. «Así que la pregunta es, ¿cómo diseño el balón que ofrezca las mejores sensaciones –una pelota que, cuando pase o dispare, sea suave al toque?».
Pese al uso de los modelos por ordenador y a las pruebas en túneles de viento, los diseños de Adidas no siempre han tenido éxito. El balón de la Copa Mundial de la FIFA de 2010 era tan liso y ligero que muchos jugadores se quejaron de que parecía una pelota de voleibol. No le gustó prácticamente a nadie.
Para estabilizar la aerodinámica del modelo de este año, que ha recibido el nombre de Brazuca, Adidas ha aumentado en 14 gramos el peso del balón, ha dado a su superficie una textura rugosa similar a una pelota de baloncesto y ha hundido las costuras, todo ello para que su movimiento en el aire sea más estable.
De momento, el balón ha recibido buenas críticas.
«La primera vez que lo tocas, sabes lo que va a hacer, y en cinco minutos puedes determinar si tienes que cambiar [tu forma de juego]», asegura Jeff Agoos, el director técnico de Major League Soccer, la máxima división del fútbol en EEUU y Canadá, y ex miembro de la selección nacional de EEUU.
Adidas vende cinco versiones de Brazuca, de distintos modelos, materiales, tamaños y precios. Los jugadores avanzados y de nivel medio apreciarán la sensación de una experiencia auténtica, pero eso no quiere decir que no se pueda disfrutar de un juego de calidad con los otros balones.
El balón de los partidos oficiales, que tiene un coste de US$174, puede ser el que ofrezca un control más fácil para los profesionales, pero es el menos apropiado para los jóvenes amateurs. Basta recordar que Pelé, la leyenda del fútbol brasileña, empezó con pelotas hechas con trapos.
Balón réplica Brazuca Top
Construcción sin costuras, como la pelota oficial, pero de piel lisa y más elástica. Precio: US$39,42.
Balón Brazuca Top Glider
Las costuras a máquina amortiguan ligeramente el contacto de la pelota y la convierten en ideal para los niños que estén aprendiendo pases de precisión. Precio: US$32,62.
Balón Brazuca Glider
El diseño de 32 paneles otorga al balón un aspecto clásico, pero pierde sensibilidad. Precio: US$27,19.
Minibalón Brazuca
El mismo diseño con paneles en forma de hélice del balón oficial, pero reducido al tamaño de un melón cantalupo. Precio: US$17,67.
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