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Audemars Piguet mantiene una larga tradición de esferas fabricadas con piedra natural y semipreciosa
La avalancha de novedades que ha presentado Audemars Piguet para este primer semestre es tan grande que algunas de las piezas pasaran desapercibidas. Y sería una gran injusticia. Porque, más allá de espectaculares complicaciones, la manufactura de Le Brassus también nos traído animaciones muy atractivas que merecen su justa atención.
Entre ellas está esta original y sofisticada reinterpretación de su clásico Royal Oak, con dos aspectos que queremos destacar.
El primero es la introducción de un modelo de oro amarillo a la versión de 37 milímetros, un tamaño del cual hasta ahora solo teníamos disponibles referencias en acero, oro blanco y rosa. Ya hemos comentado en alguna otra ocasión que el oro amarillo está de vuelta, y este reloj es la última prueba.
Es verdad que esta variante del metal precioso ha estado en los últimos años abandonado en beneficio de los más actuales oro rosa y oro blanco.
Pesaba sobre él cierto prejuicio de imagen anticuada. Pero, como las modas van y vienen, el resurgimiento de la estética de los relojes de los años ochenta le ha devuelto el interés por parte de los aficionados.
Y, si se trata de dar al reloj una imagen retro, pues nada mejor que acompañarlo para la ocasión de una esfera azul, realizada en turquesa natural. Y el resultado no puede ser más brillante.
Audemars Piguet mantiene una larga tradición de esferas fabricadas con piedra natural y semipreciosa. En los archivos de la manufactura es fácil encontrar modelos antiguos acompañados de ópalo, lapislázuli o jade, entre otras variedades. Es un recurso muy recurrente gracias al resultado estético obtenido y el valor que aporta al reloj de pieza única, ya que es imposible conseguir dos esferas exactamente iguales en el mundo.
En el caso de este Royal Oak, la combinación de oro amarillo y azul turquesa está plenamente conseguida y coloca a esta referencia entre las más atractivas del actual catálogo de la marca.
Sobre los detalles técnicos del reloj, hay que destacar la simplicidad de su acabado. La decoración está reducida al mínimo detalle, con los índices de oro aplicados y acompañados de una escala de minutos calcada directamente sobre la superficie de la piedra.
El logotipo está también en relieve, una técnica decorativa que Audemars Piguet introdujo en 2019 con motivo del lanzamiento de la colección Code 11.59. No pasamos por alto el detalle de decorar el disco de fecha en un tono azul, acorde con el color de la turquesa.
En cuanto a la maquinaria, esta versión del Royal Oak equipa un calibre 5900, estrenado por la Audemars Piguet el año pasado para equipar algunas de sus referencias de 37 milímetros. Es un movimiento de carga automática, de apenas 3,9 milímetros de grosor y una reserva de marcha de 60 horas. Monta una masa oscilante de oro rosa de 22 quilates, visible a través del fondo transparente de la caja.
El precio del reloj es de 61.200 euros (US$65.000), ligeramente más económico que las versiones del mismo tamaño en oro rosa o blanco al carecer de diamantes en su bisel. Otra razón más para fijarnos en esta estupenda pieza tan deudora de la relojería de los años ochenta.
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