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En abril de 2012, el estadounidense Jim Yong Kim fue nombrado presidente del Banco Mundial (BM). Se trata de un prestigioso médico, antropólogo y con experiencia en ONGs en el área de la salud, pero sin mayor exposición al manejo de una entidad multilateral tan compleja y diversa como lo es el BM.
Esto ha planteado dudas sobre el enfoque que Kim le dará al BM en su lucha contra la pobreza y la desigualdad. A juzgar por su experiencia, se tiene el temor que entre a enfatizar replicación de proyectos micro-sociales, lo cual podría desviar el potencial que tiene el BM en sus objetivos macro-sociales, donde la aceleración del crecimiento y la generación de empleo han sido las principales fuentes de reducción de la pobreza en China o India en décadas recientes.
Esa dualidad que se plantea para el BM es similar al debate que se viene dando entre macroeconomistas (Sachs vs. Easterly) o microeconomistas (Banerjee-Duflo vs. Rosenzweig), ¿se debe abarcar mucho (con riesgos de ineficacia) o poco (sabiendo que el éxito puede resultar insignificante frente al objetivo global)? Actualmente se discuten las bondades de los planes de desarrollo frente a reforzar los derechos individuales y la focalización en grupos específicos para corregir deficiencias concretas en educación, vivienda y acceso a la salud (The Economist, 21 de abril de 2012).
Si se mira el financiamiento para el desarrollo, se observa que cerca del 63% se ha venido destinando a países de ingreso medio, el 34% a países de ingresobajo y el restante 3% a los de ingreso alto. Estas proporciones se han mantenido relativamente estables a través del tiempo.
Pero uno de los criterios que había enfatizado el BM era dar preferencia a los macro-proyectos que pudieran generar efectos de crecimiento pro-pobre a gran escala, muchos de ellos ubicados en América Latina. Allí se destacan los casos minero-energéticos del Brasil, mejoramiento de la infraestructura en Centro-América o apoyo a la gerencia del sector público en Cono Sur.
Los riesgos que Dr. Kim debe tener en mente si decide virar de los macro-proyectos hacia lo micro-social incluyen los siguientes:
i) son numerosos los fracasos de proyectos ONGs y muchos de sus éxitos no son fáciles de replicar en otras latitudes; y ii) la única forma de sentir que se progresa a grandes escalas proviene de acelerar el crecimiento de forma sostenida, como lo han demostrado los llamados BRICs (Brasil, Rusia, India y China).
Los baby-steps que se han logrado a través de la focalización de los programas asistencialistas, para la población desvalida, o de las llamadas 'transferencias condicionadas' no sustituyen, sino que complementan, las grandes directrices que dan los macro-proyectos y la gran dotación de infraestructura, especialmente en presencia de un mundo de comercio global cada vez más dinámico.
Mientras Asia viene promediando crecimientos anuales del orden del 8%-9%, América Latina continúa en rangos de tan sólo 4%-5%. Se ha mencionado que la presente podría ser la década de la región, pero cada vez somos más escépticos de que ello se logre, pues la concentración de exportaciones en commodities representa una alta vulnerabilidad hacia el mediano plazo y no se está desarrollando la infraestructura como corresponde. Hi, there ¿Nos escucha Mr. Kim?