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Desarrollo urbano

jueves, 26 de abril de 2012
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Mariano Ospina Hernández

La primera propuesta de Reforma Urbana para Colombia fue presentada al Congreso por el suscrito en las sesiones ordinarias de 1975. Este Proyecto de Ley (No.14, Senado, 1975) hizo su trámite completo en las dos cámaras y resultó aprobado finalmente como Ley 61 de 1978.

A partir de ese momento el proceso sufrió diversas vicisitudes como el rechazo de varios de sus Artículos relacionados con la Planeación pues la Corte Constitucional de ese entonces consideró que no se ajustaban a la Constitución vigente (1886) que, desde luego, no había contemplado el tema de la Planeación Nacional en aquellos tiempos, tema que apenas se vino a introducir en la Constitución de 1991, también con ponencia del suscrito.

En esas circunstancias se presentó el conocido fenómeno del crecimiento acelerado de las principales ciudades del país dentro de un marco insuficiente de Planeación Urbana a pesar de los interesantes planteamientos que se hicieron para Bogotá y Medellín en los años 50 por grandes urbanistas como Le Cobusieur, Wiener y Sert.

El resultado de ese crecimiento urbano acelerado y bajo pobres normas de Planeación es el que hoy vemos en las principales ciudades del país claramente distinguidas por un desarrollo desequilibrado en el que las mayores extensiones están ocupadas por barriadas y tugurios desordenados que rodean algunas áreas menores desarrolladas con mejores principios de urbanismo y arquitectura de buena calidad pero que de esa manera hacen más evidente e indeseable el contraste entre estratos de suma pobreza y estratos de alto nivel consumerista.

Visión global
Entre los numerosos aspectos del proceso de la globalización que distingue al Siglo XXI merece especial atención el proceso de la creciente urbanización del planeta que se puede concretar con las siguientes cifras: en estos momentos se está llegando a un 50% de la población global que vive en ciudades y se supone que ese porcentaje será del 75% para el año 2025, el cual ya se está alcanzando en los países más industrializados.

Juntamente con esa tendencia de tipo geográfico aparece un fenómeno paralelo que es llamado la Economía del Conocimiento descrita especialmente por T. Sakaiya y P. Drucker que resumimos en su siguiente frase: 'estamos entrando en una nueva fase de la civilización en la cual el valor que se asigna al conocimiento es la fuerza motora. Hemos entrado en el Siglo del Conocimiento.'

Entre tales conceptos mencionamos algunos fundamentales, a saber. El nuevo Diseño Urbanístico comienza con la revisión del Ecosistema Urbano que los biólogos distinguen claramente de los Ecosistemas Naturales, o sea aquellos en que no interviene el elemento humano, mientras en las ciudades tal acción intensa del hombre debe armonizarse con el sistema natural con miras a superar las inocultables falencias de los modelos urbanos del Siglo 20 tales como la contaminación de suelos, aguas y atmósfera, suficientemente conocidas. Esta intervención básica del biólogo en el diseño urbano se denomina Urbecología.

La intervención del urbanista se orienta a la combinación armónica de la base ambiental con las infraestructuras de ingeniería (transporte, energía, comunicaciones, servicios públicos) y las estructuras arquitectónicas para todos los diseños urbanos (vivienda, comercio, industria, cultura) que también se encuentran influidos por las nuevas tecnologías de energía solar, estructuras sismo-resistentes, etc. La aplicación de esta nueva visión de urbanismo al nivel de nuestro continente se expresa claramente en la siguiente referencia:
'Algunas ciudades de los países signatarios de la Organización del Convenio Andrés Bello (CAB) han evolucionado en torno a acciones públicas y privadas para hacerse más productivas y socialmente equitativas impulsando la cultura, la educación, la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento; modernizando la movilidad y el espacio público para mejorar la productividad y las condiciones de vida de la ciudadanía; tomando medidas para tener un medio ambiente más coherente con una mejor calidad de vida, fortaleciendo sus instituciones para iniciar, continuar y consolidar su senda; y resultar más atractivas a la inversión, mas emprendedoras e innovadoras y culturalmente más dinámicas, constituyendo su actividad artística e intelectual en cohesionadora de la identidad territorial.

Con estos y otros desarrollos están avanzando a conformarse como ciudades del conocimiento y por tanto como ciudades sustentables. 
Hacia el futuro inmediato estos dos conceptos no podrán seguir por rutas distintas. Los dos son parte integral de un nuevo tipo de ciudades'.

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