El presidente venezolano, Hugo Chávez, ganó su tercera reelección con amplio margen y extenderá su mandato a 20 años, tras recibir un espaldarazo a su plan de llevar la "revolución socialista" a un punto de no retorno en el polarizado país petrolero.
Chávez se impuso con un 54,4% de los votos frente al 45% del joven gobernador Henrique Capriles, quien se había convertido en la mejor oportunidad de la oposición para poner fin a 14 años de Gobierno chavista.
"Gracias a mi amado Pueblo!!! Viva Venezuela!!!! Viva Bolívar!!!!!", escribió el mandatario en su cuenta de Twitter para festejar la victoria con casi 7,5 millones de sufragios.
Minutos después, Capriles felicitó a su rival y pidió a los más de 6 millones de venezolanos que votaron por él que no se sientan derrotados ni tristes.
"Estoy aquí para reconocer y respetar la voluntad de nuestro pueblo. Los que pueblo diga para mí es sagrado", dijo el gobernador de 40 años vestido con una chaqueta deportiva con el tricolor nacional amarillo, azul y rojo.
"Sí espero que un proyecto que ya lleva 14 años asuma y entienda que casi la mitad del país no está de acuerdo con esta opción que hoy se mantiene en el poder", agregó, pidiendo respeto y reconocimiento por parte del oficialismo.
Miles de seguidores del presidente estallaron en júbilo a las puertas del palacio de Miraflores para festejar la victoria de su "Comandante", una figura no ajena a las polémicas y a quien sus adversarios lo ven como un dictador en ciernes que ha llevado al límite el control económico del Estado.
"Estoy muy feliz, Chávez es la alegría de mi corazón Ganó y seguirá protegiendo a los pobres, a los indefensos, a los viejitos", dijo entre lágrimas Gladys Montijo, una maestra de 54 años.
En el comando opositor reinaba el desconsuelo y muchos partidarios lloraban y aplaudían las palabras de su candidato al aceptar el resultado.
"No puedo creerlo, me niego a creerlo. ¿Y ahora qué voy a hacer?", se preguntó Daniela Torrealba, una empresaria de 33 años, con los ojos anegados de lágrimas.
Más socialismo
Chávez exhibió al final de la campaña una inusual dosis de autocrítica, reconociendo fallas de gobierno y comprometiéndose a ser "mejor presidente" y a dialogar con la oposición si gana.
Pero su difusa promesa de pasar un "poderoso cerrojo" para asegurar un viaje "sin retorno" hacia el estado socialista ha levantado las sospechas de sus adversarios, que temen un posible paquete de medidas o reformas radicales.
Muchos temen que el cáncer pueda transformarse nuevamente en el peor enemigo del mandatario, quien se declaró curado hace cinco meses tras pasar por tres cirugías que lo tuvieron según sus propias palabras al borde de la muerte.
El hombre fuerte de Venezuela nunca ha designado quién podría ser su sucesor al frente del "proceso bolivariano".
Con el respaldo que le dan las mayores reservas de petróleo del mundo, Chávez ha sido el contrapeso a la histórica influencia de Estados Unidos en la región, enarbolando la bandera del "antiimperialismo" que comparte con otros polémicos líderes mundiales como el iraní Mahmoud Ahmadinejad, el sirio Bashar al-Assad y el bielorruso Alexander Lukashenko.
Desde Cuba hasta Bolivia, sus aliados latinoamericanos respirarán aliviados por un triunfo que garantiza la continuidad los acuerdos que permiten que el vital crudo venezolano siga fluyendo a sus países en condiciones preferenciales.
El líder bolivariano ha nacionalizado desde multimillonarios proyectos petroleros hasta pequeños comercios, lo que según la oposición destruyó al sector privado nacional y aumentó la dependencia de las importaciones de casi todo tipo de bienes.
Chávez promete elevar la producción petrolera un 25 por ciento en los próximos dos años, una meta con la que espera multiplicar los fondos para financiar sus crecientes "misiones" sociales, generar nuevas industrias y proseguir con sus acuerdos internacionales para forjar un frente socialista en la región